Inmigrantes se resisten a ir a otros municipios y duermen en la calle
Silvia Ruiz Díaz /Jaén
Decenas de inmigrantes temporeros se resisten a abandonar la calle y duermen, aún, frente al albergue de la capital. Allí fabrican su propia “casa” con plásticos, telas y utilizan las vallas para tender la ropa. Aun así, la Junta informa que hay plazas libres en otros centros de la provincia. Cientos de inmigrantes que, hace unos meses, se acercaron hasta la provincia en busca de un tajo durante la campaña de la aceituna, siguen sin encontrar trabajo. Muchos decidieron abandonar Jaén y buscarse la vida en otras

Decenas de inmigrantes temporeros se resisten a abandonar la calle y duermen, aún, frente al albergue de la capital. Allí fabrican su propia “casa” con plásticos, telas y utilizan las vallas para tender la ropa. Aun así, la Junta informa que hay plazas libres en otros centros de la provincia. Cientos de inmigrantes que, hace unos meses, se acercaron hasta la provincia en busca de un tajo durante la campaña de la aceituna, siguen sin encontrar trabajo. Muchos decidieron abandonar Jaén y buscarse la vida en otras
zonas ,aunque otros se resisten a dejar la capital porque, básicamente, no tienen medios. Aun así, fuentes de la Junta de Andalucía informaron recientemente de que los albergues ya tienen un centenar de plazas libres. Es decir, los extranjeros pueden marchar de un centro a otro de la provincia para buscar cobijo. En cambio, algunos rechazan, incluso, entrar a las instalaciones.
Como reconoció el director de Cáritas Diocesana, Juan Carlos Escobedo, decenas de inmigrantes prefieren no deambular de un sitio a otro. La razón es sencilla. Muchos no tienen papeles, temen perder el “hueco” que consiguieron fuera y, en definitiva, prefieren aguantar y esperar un trabajo en la capital. Mientras tanto, los que acamparon frente al albergue se cobijan de la lluvia y el frío con telas y plásticos. De vez en cuando, salen a rezar y en grupos, se sientan ante un fuego y aguardan la llegada del plato de comida. Es entonces cuando entran en el centro municipal, aunque siempre hay alguien que vigila las pertenencias. Las ropas que tendieron en las puertas están en plena calle y también tienen miedo de quedarse sin ellas.