“Me quiebro al recordar aquel encuentro”

08 jun 2020 / 10:16 H.
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Me quiebro al recordar aquel encuentro cuando aquella tarde de primavera se acostaba un cinco de junio. Tú lucías el resplandor de tu sonrisa. Yo, envuelto en tu magia mientras Jaén reconocía a jiennenses... Y desde aquel entonces nunca nos separamos. ¿Recuerdas?

Solo, empapado en miserias entre noches lascivas me encontraste; no fue tu mejor hallazgo ni el mejor espejo en el que mirarte. Tímida mirada encontrada entre letargos del alma, donde el corazón de la soledad palpita indecencias entre coros y arlequines de rostros teñidos de blanco; era la máscara adoquinada en la que mecía mi alma dura y fría entre tormentas, donde el fuego era aire y el suspiro terciopelo; después... me amaste, abrazaste mi cuerpo entre rocíos de la mañana arropando mi corazón entre tus brazos de seda. Ayer, el espejo reflejó tu niñez mientras tus manos acariciaban la esperanza; no imaginé que yo era el hombre que siempre buscabas para adormecer tus dolores y mecer tus pasiones, entre prados y vírgenes estepas que dibujaban mi mirada cansada entre cascadas de fina agua y las tormentas del cielo.

Eres mi amor, ¿acaso no lo sabes olor de pureza? Y tú, al amarme, el mundo del revés dibujaste para hacerme saber que con tan solo una sonrisa tuya, en un niño me convertía, después de la búsqueda infinita de la Paz que en ti encontré, a pesar de la Vida, superando comentarios cotillas de aquellos que solo son cadáveres ambulantes entre visillos y cortinas de mercadillo, algo común dicho sea de paso.

Ahora, cuando ante tantos te juré mi amor, paso de puntillas el sofá, reclinatorio de discusiones y follones para abrazar tu cuerpo en el lecho, mirar la estrella de tu mirada, besar el terciopelo de tus labios y dormir entre tus pechos como un niño que busca caricias, como el aprendiz de hombre que encuentra pasiones. Duermo en el descanso, envuelto entre tu cabello que acaricia mis labios. Mis manos se cobijan entre la seda de tu piel y... duermo, descanso y sueño entre la suave esencia de la noche, para despertar entre tu mirada, para arropar tu cuerpo entre madrugadas, para sentirte entre mis brazos, para mecer tu alma.

Ignoro si aquel soy al que esperabas para derramar tu amor, mas tan solo siento que mi amor eres a pesar del cotilleo de tanta edad que nos separa, ignorando los obtusos que el Amor no se mide, ni se pesa, ni se siente por la edad, porque el Amor es el sol que ilumina los corazones, la luz que germina los claveles entre los silencios de los amantes; el camino que tan solo conduce a tu mirada. No sé si soy yo el que esperabas, pero; ya ves me acomodé en la cómoda de tu vida, abriendo armarios y colmando perchas impregnando mi locura.

¿Sabes?, mi locura eres entre jeroglíficos tejidos que cosen mi alma; ya me conoces esposa mía. Granito soy entre mesas camillas y mis arengas absurdas. Gracias por protegerme, por dejarme reír junto a ti, por derramar lágrimas contigo. Gracias por quererme, por amarme, por siempre buscar ese espacio entre líneas que abraza mi corazón. Gracias por todo y por tanto, amada mía por amarme tanto entre los tantos y los tontos. Por respetar mi locura, porque siempre cariño mío, siempre estarás entre la dulzura de mi alma y el ocaso de mi existencia, esposa mía. Feliz aniversario Amor de mi vida.

De Diego Moya
para Rosalía Téllez

Vida Social