“Vivió según sus ideas y fiel a sus principios y se sacrificó por sus hijos”
![“Vivió según sus ideas y fiel a sus principios y se sacrificó por sus hijos” “Vivió según sus ideas y fiel a sus principios y se sacrificó por sus hijos”](http://www.diariojaen.es/documents/10157/0/768x705/0c137/768d432/none/10717/ERXO/image_content_12098876_20160319101531.jpg)
Para mí, mi padre era un hombre bueno que eligió vivir tranquilo y sin rencor, a pesar de que tuvo muchos motivos para lo contrario. Muchas personas le hicieron daño a lo largo de su vida y nunca le oímos criticarlas. Era un cristiano convencido que intentó vivir según sus ideas y ser fiel a sus principios.
Intentó comprendernos, a pesar de la educación tan represiva que él había recibido. Desde que nacimos se marcó como objetivo que fuéramos a la Universidad, tanto sus hijos como sus hijas, para que pudiéramos tener una vida mejor que la suya, y renunció a muchas cosas para que pudiéramos estudiar.
Nos satisface pensar que los últimos años de su vida los pasó feliz, con la conciencia tranquila, sin deberle nada a nadie, lo que le permitía, según él, dormir a pierna suelta. Orgulloso de su familia. Constantemente repetía la suerte que había tenido con sus hijas e hijos, nietos y nietas, también con los yernos y nueras. Eso me da tranquilidad y mitiga el dolor.
Me hundo, me hundo en el agua y de pronto un brazo fuerte y seguro me saca de la profundidad, es mi padre. Es uno de los primeros recuerdos que tengo de mi vida.
Nadie podía vencerle en un pulso y cuando nos tocara la lotería iríamos de safari a la sabana africana y nos compraríamos una casa en la pradera del Lejano Oeste con caballos, como los que él montaba en su juventud.
A los dos nos gustaban los tebeos, pero yo no entendía su amor por la tierra, por los olivos que plantó su padre, por la casa de su pueblo. Y él no entendía mis ganas de ver el mar y de ser titiritero.
Me dijo que debía ser bueno pero que nunca tolerara que abusaran de mí. Recorrimos juntos carreteras secundarias bordeadas de olivos, paramos juntos a comer churros de madrugada, hablábamos de países lejanos y visitamos pueblos cercanos, pero en todos estaba su curiosidad y mi asombro. Me acompañó a estaciones con mi maleta remendada de sueños, bebimos el vino de sus tabernas y me contó historias que me parecían viejas.
Comprendí lo que antes le reprochaba, cuando me contó que de niño un miliciano, durante la guerra, le obligó a matar a su propio perro porque había ladrado en un registro. Uno de sus últimos días, le dijo a mi hijo que, sobre todo, en la vida tenía que ser buena persona.
Ahora amo la tierra y entiendo que hay que amar los árboles que planta tu padre, aunque no sean tuyos y la casa de tus abuelos, aunque ya nunca vivas en ella.
A mí y a mi hijo nos gustan los tebeos y planeo safaris a la sabana africana, y cuento las historias que él me contaba con otras palabras pero con la misma cadencia. Procuro ser bueno pero no tolero los abusos.
Y algunos días pienso: Voy a llamarlo a ver si se acuerda de cómo era aquello... que se lo quiero contar a su nieto.
Mi abuelo era una persona que me apoyaba e intentaba siempre alegrarme si me pasaba algo malo.
He vivido infinidad de buenos momentos con él.
Cuando iba a visitarlo me contaba historias y compartíamos los sentimientos que nos producían.
Un día le di un abrazo, un último abrazo. Aunque cuando se esfumó de la vida me doliera mucho, siempre intento recordarle por el gran aprecio que me tuvo.