Una flor de sentimiento noble se nos ha ido

01 dic 2016 / 08:00 H.

Hablar de la muerte es hablar de abatimiento y, mucho más, si esta te acorrala y deja sin aliento a una persona joven, con ganas de vivir, de disfrutar y de gozar a pleno pulmón la vida. Esto le ha pasado a nuestra amada y apreciada Juana. Se nos fue como una flor que se marchita, pajarillo que se ha caído del nido arrebatándole lo que más quería, que era la vida.

No hay nada más doloroso que te aleje de tus seres queridos, de los que amas y te han visto crecer. De los que te han visto sonreír y llorar en los momentos de angustia y dar tus primeros pasos. No sabes el dolor que dejas al alejarte de nosotros, querida y amada Juana. Ya no estás entre nosotros, nos abandonas dejando una enorme huella en el corazón, ahora herido, para no volver jamás, esa es la pena que nos da dolor, ese es el martillo que nos golpea las entrañas.

Nos acordaremos siempre de ti mientras Dios nos dé vida. Nos has dejado siempre vacíos de tu cariño, ahora ausente. No podemos evitar derramar lágrimas de pena, porque nos vienen a la mente muchos recuerdos bellos cuando vivías, paseando a tus sobrinos que tanto y tanto te querían. ¿Qué será ahora de sus vidas sin ti? Tal vez un barco sin timón, un jardín sin flores, una abeja sin colmena donde depositar la dulce miel. Querida Juana, qué pena más grande es ya no contemplar tu sonrisa sana y bella, escuchar tu voz de ruiseñor aterciopelada, sin ti la vida no vale nada porque estamos perdidos en este laberinto que es la vida. Hablar de ti, Juana, es recordarte con ilusión, sueño que se ha vuelto pesadilla siniestras. No puedo creerlo. No me hago la idea de no verte ni cruzarme por las calles contigo. El pueblo ha perdido a una gran persona, muy humana, tierna, de sentimiento noble y sencillo de sonrisa franca y de inmenso cariño, que es lo que al mundo le falta. No puedo creerlo. No me hago la idea de no verte, de que te has ido, así de pronto. ¿Quién iba imaginar así de esta manera tan brusca y cruel? ¿Quién iba a saber cómo te has marchado? Tú eres y serás un ángel de la guarda para todos. Juana quiero que sepas, aunque ya no me oigas, que siempre, siempre tu recuerdo estará vivo en nuestros sangrantes corazones. Ahora Juana, te deseo que descanses en paz, eternamente en tu nueva morada, en la que algún día volveremos a encontrarnos.