“Un marido, un padre y un abuelo ejemplar”

04 feb 2020 / 08:00 H.
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Te fuiste hace un mes y aún no lo podemos creer, se hace muy difícil decir adiós a quien siempre estuvo ahí para los suyos, tan dispuesto a escuchar y ayudar. Tu mujer, María Paula González, cada día te recuerda con ese cariño que siempre os tuvisteis, con respeto, con amor, como dos grandes compañeros que hicieron de su familia un equipo inquebrantable y que te honrarán siempre, como tu orgulloso legado.

Siempre a su lado, de tu pueblo natal, Los Villares, os fuisteis a la capital cuando aún eras un muchacho que apenas llevaba casado unos años, con esas 27 primaveras que irradiaban juventud y ganas de comerse el mundo. Instalados en el barrio de Peñamefécit, donde conseguiste conquistar el cariño de los vecinos que ahora te añoran y recuerdan en su día a día, comenzó una historia común que consiguió llegar al medio siglo. Una auténtica suerte poder celebrar esas bodas de oro hace apenas dos años, cuando tan guapos volvimos a festejar por el amor y por todo lo vivido y conquistado. Por ello, aunque tu mujer no podrá borrarte del recuerdo jamás, cuenta con la tranquilidad de saber que siempre tuvo a su lado al mejor de los hombres, de los maridos.

Siempre dedicado a sus tres hijos, quienes tienen un vacío difícil de llenar, ellos fueron su principal razón de vivir. Luchaste por ellos cada día y tu carácter afable y tranquilo les dio la confianza para saber que tenían un padre con el que contar, en quien confiar, en el que apoyarse sin límites. Los tres podrán sentirse muy orgullosos de saber que tuvieron el mejor de los padres, cariñoso, trabajador y siempre activo y dispuesto a dejarse la piel en darles lo mejor.

Para poder traerles el pan no dudaste en probar suerte en varios oficios, los cuales desempeñaste con profesionalidad y cercanía. En primer lugar, como fundidor profesional en Hierros y Aceros durante una primera etapa, para después especializarte en el sector del comercio, aunque no te temblaron las manos si tenías que realizar otras labores diferentes, pues eras un hombre talentoso y con valía. Todo ello, unido a esa forma tan especial y positiva de ver la vida y a tu manera única y tranquila de tomarse las cosas, hicieron de ti una persona especial y querida por cuantos te conocían.

Y qué decir de tus nietos, a los que has marcado por y para siempre con esa varita mágica que solo portáis los abuelos. Ellos no paran de mencionarte, de recordar anécdotas que vivieron contigo, de compartir imágenes a través de eso tan lejano a tu generación, los móviles, y que para ellos son un tesoro donde siempre te tendrán y, algún día, cuando ellos formen sus propias familias, les relatarán el amor que siempre sintieron por ti y los valores que fuiste capaz de trasmitirles.

Ellos cuatro que, tan jóvenes, se han quedado sin su abuelo, pero con un grandísimo recuerdo, ese que solo podías dejarles tú. Ahora te reúnes con muchos de tus amigos que ya te esperaban allí desde hace años y que seguro que te habrán recibido con los brazos abiertos, tal y como te mereces. Esa es nuestra tranquilidad, saber que dejas el mejor de los recuerdos en nuestro corazón como un gran marido, el mejor padre y el más cariñoso de los abuelos desde tu sencillez y humildad. Descasa en paz, aquí tu memoria estará bien guardada, lo mismo que el amor infinito que toda tu familia siente por ti y que mantendremos vivo cada día de nuestras vidas.

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