Nuestro ángel se fue al cielo

05 oct 2018 / 08:00 H.

Quiero agradecer en nombre de mi mujer, mis hijos y en el mío propio a todos los amigos y personas que han estado, de alguna u otra forma, en los peores momentos de nuestra familia. Gracias, gracias y mil gracias de todo nuestro corazón. Han pasado solo unos días que decidiste marcharte para cuidarnos desde del cielo. Hace unos días, el 25 de septiembre fue tu cumpleaños. Y sí, lo digo en presente y no en pasado, puesto que jamás te irás de nuestras almas ni nuestros corazones. ¡Felicidades, mi niña!

Os voy a contar un pequeño secreto... ¿Sabéis cuándo el alma llora, el corazón se rompe en mil pedazos porque creo que fue hecho para ser roto, y la cabeza no deja de pensar en cada uno de los instantes que pasé junto a ella porque tu hija la has abrazado y besado por última vez? Has sido toda una luchadora, esperando el día que ibas a volar muy alto. Desde que naciste nos has dado una lección tras otra de vida y sé que viniste a este mundo para poner muchas cosas en su sitio y para enseñarnos a que, tras la adversidad, hay que seguir adelante... pero quiero compartir este secreto que tú y yo sabemos. Sé que el amor de una madre es incomparable con nada en el mundo. Pero nuestro amor también era muy grande, el que teníamos tú y yo, tu “papa tonto” como me llamabas. Soy el que espera ansioso el momento en que nos volvamos a juntar nuevamente en otro sitio, allá donde las estrellas y el firmamento escriban tu nombre y yo suba a buscarte para volver a jugar, reír, y poder volver a abrazarte para la eternidad. Donde nuestros corazones sean uno solo y donde no exista esa palabra que me ha marcado para toda la vida: cáncer. Allí no tendrás que soportar esos duros tratamientos de quimioterapia, no tendrás que sufrir por no poder moverte ni correr como tanto anhelabas. Allí ya no tendré que secar tus lágrimas, coger tu mano cuando estabas asustada por todos tus miedos, mientras mamá y papá solo podían llorar por dentro y reír por fuera para que tú no te asustaras. A veces, no nos dan a escoger entre las lágrimas y la risa, sino solo entre las lágrimas, y entonces hay que saber decidirse por las más hermosas.

Desde que te fuiste, miro al cielo y te veo cariño mío, miro a la luna que tanto te gustaba ver y ahí estás... te veo, mi princesa con tu vestido rosa, ese que tanto te gustaba ponerte y que tus compañeros del colegio quisieron regalarte. Con él subiste al Cielo, porque subía una princesa. Te veo corriendo de un lado al otro del cielo como tanto te gustaba hacer. Aún miro tu cama y estás ahí... jugando como la “Doctora Juguetes”, con tu maletín y regañando a tus muñecos, con tus muñequitos de la familia de Peppa Pig, con Rosi el unicornio morado que te acompañó parte tu estancia en el Hospital, con las “pinypon” cambiándoles las ropas y riéndote, porque yo te decía que luego las tenía que colocar...con Minie, que tanto te gustaba dormir con ella. Y te veo, entre otras muchas cosas bailando con Frozen, como un angelito que eras.

Sabes que a cualquier sitio me hubiese ido contigo. ¿Qué hace una padre cuando se marcha para siempre su hija?, qué preguntas me hago...¿Qué hago para volverte abrazar?, ¿Qué tiempo he de esperar para estar junto a ti?... Pero para ello tuviste una contestación que fue... “¿papá porque lloras?, ¿mamá porque lloras? Yo os quiero...”. ¿Nazareth, me vas a querer siempre y me cuidarás?: “Siempre papá...pero, shhh no se lo digas a mamá pero serás siempre mi novio. No solo lo tengo grabado en mi memoria sino también te puedo oír porque te grabé. Así se dormía y yo a su lado pensando en que soñaba para poder meterme en sus sueños y tener la oportunidad de estar más tiempo junto a ella.

¿Quién no ha sufrido? Que levante la mano ante el mundo y se le reconocerá como el mayor impostor y falso que jamás haya existido. El verdadero dolor es el que se sufre sin testigos. Le dije que se pondría bien. Aquella fue la primera y última vez que le mentí.

Te fuiste junto a los tuyos, te esperaste a que estuviésemos mamá, papá y tus hermanos para decirnos adiós, un adiós que nos rompió el alma, un adiós que jamás podía imaginar, un adiós que solo las personas puras de corazón como tú pueden tener... Nos diste un último mensaje y es la unión por la familia, esa a la que tú tanto querías. Te preocupabas por todos a pesar de tu edad, una edad que en vez de estar jugando pensabas que todos estuviésemos bien...

No quiero extenderme más en este secreto. La verdad, si lo pienso, ahora lo he contado y ya no lo es...en fin, al menos me quedo eso sí, con el secreto más importante, el secreto de poder llevarte siempre mientras viva, alimentando día a día tu memoria, y poderte compartir con muchísimas personas que quieren que seas su Ángel de la guarda. Pero siempre, cariño, duerme con nosotros, porque te necesitamos para poder llevar la cruz de la vida... La vida no siempre es sol y mariposas. A veces tienes que aprender a sonreír a través del dolor. Gracias por dejarme ser tu padre.

P.D. Ahora sé porque el cielo es tan hermoso: está tu reflejo en él... “Mi ángel Nazareth”.