“Nos queda el consuelo de poder disfrutar de su maestría en los libros”

04 abr 2020 / 08:00 H.
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El pasado día 30 de marzo falleció Pedro Cruz Casado, un jiennense de pura cepa, nacido junto al Pilar del Arrabalejo durante los años más duros de la posguerra, que se dedicó profesionalmente a las artes gráficas. Se inició en los talleres de Diario JAÉN, siendo un adolescente, entre la linotipia, la prensa rotativa y las bobinas de papel; después pasó por algunas de las más importantes imprentas de la ciudad: la Unión Tipográfica, Gráficas Nova o la Sociedad Provincial de Artes Gráficas, en las que completó su formación y conoció en profundidad los secretos del oficio. Durante toda su juventud y hasta que las lesiones se lo permitieron, ya bien entrado en la madurez, practicó su gran pasión deportiva: el fútbol, llegando a destacar en las ligas locales y provinciales, aunque siempre como aficionado. Cuando la Diputación Provincial de Jaén puso en marcha el Gabinete de Diseño en los años ochenta, fue reclamado para que aportara sus conocimientos y buen hacer por su director, el poeta José Viñals, y en él desempeño su profesión hasta que se jubiló hace varios años, contribuyendo en gran medida a la que, sin duda, ha sido la mejor y más fecunda etapa del Área de Cultura y el Instituto de Estudios Giennenses en cuanto a publicaciones se refiere. Fue allí, en la sala que Diseño ocupaba en los sótanos del Palacio Provincial, donde tuve ocasión de conocer a aquel hombre discreto, de mirada inteligente y gesto amable, que hablaba lo justo y solo de lo que sabía, junto al diseñador y pintor, Antonio Blanca, que también formaba parte del equipo, entre libros, pruebas de imprenta, revistas y carteles. Yo acudía a ellos en busca de consejo y asesoramiento con motivo de la puesta en marcha del Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Jaén y enseguida establecimos una estrecha colaboración que, especialmente en el caso de Pedro, se fue convirtiendo en una gran amistad. Su generosidad le llevó a colaborar también con la dirección y el consejo de redacción de la revista Senda de los Huertos, de cuya composición, maquetación y demás aspectos técnicos de la edición se hizo cargo, así como de los relacionados con la edición de las crónicas de las cenas jocosas celebradas anualmente por los Amigos de San Antón en torno al Día de Santa Catalina.

Ahora que los amigos estamos entristecidos por su muerte, nos queda la satisfacción y el consuelo de poder continuar disfrutando de un trabajo realizado con maestría, profesionalidad, dedicación y sin alharaca alguna, en forma de miles de libros, folletos, catálogos, revistas, etcétera, y la obligación de despedirlo de la manera que merece, en cuanto la crisis sanitaria, provocada por el covid-19 que en estos momentos asola el mundo, lo permita.

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