“Mereció la pena tu esfuerzo, tu sacrificio, tu lucha por educarnos”
![“Mereció la pena tu esfuerzo, tu sacrificio, tu lucha por educarnos” “Mereció la pena tu esfuerzo, tu sacrificio, tu lucha por educarnos”](http://www.diariojaen.es/documents/10157/0/768x1295/0c432/768d432/none/10717/DJHT/image_content_12108186_20160324120209.jpg)
ANTONIO VICENTE DE LA ROSA HIGUERAS. Querido papá, dos años sin ti, el tiempo pasa y la vida continua. Largas lunas y horas que suman días que a veces se hacen eternos sin tu presencia.
Tal vez, en alguna ocasión te hicieras la pregunta de saber si mereció la pena, si toda esa aventura de ser padre fue una buena idea o, por el contrario, fue tan solo un trámite más como ser humano. Humildemente, te diré que sí, que mereció mucho la pena tu esfuerzo, tu sacrificio, tu lucha por educarnos y además privarte de tantas cosas por nosotros. Cuánto bueno me has dejado...
Te escribo hoy en casa, sentado en tu sillón, porque creo que no se trata más que de contar con mis palabras todas las ideas desordenadas que se agolpan en mi cabeza, y lo hago con tinta de lágrimas, transparentes como mi dedicatoria sin ocultar lo que te echo de menos cada día que sale el sol. Sigues siendo, sin duda alguna, el primer pensamiento cuando me despierto y el último cuando cierro los ojos por la noche; pero, tranquilo, poco a poco voy consiguiendo que sea con alegría como tu querrías.
Estoy convencido de que en el cielo, donde descansas ahora, sigues llenando con tu alegría los posibles momentos de tristeza que pudieran darse. Aquí has dejado un vacío muy grande, pero innumerables recuerdos bonitos que solo hacen despertar mi sonrisa cada vez que los rememoro.
Por mi parte, sigo firme en tu consejo de no rendirme nunca, de luchar cada día por ser mejor persona, de saber que los halagos no son buenos compañeros de viaje, y que mantener los pies en el suelo y ser objetivo es la mejor manera de vivir la realidad. Sigo firme en honrarte a ti y a mamá en todo lo que pueda.
Pasarían varias vidas hasta poder agradecerte todo lo que hiciste por mi, por darme ojos para ver la vida de forma diferente, por darme estas manos con las que, ahora, entre sollozos te escribo, por darme a mamá a la que adoro y cuido todo lo que puedo, y por regalarme mis tesoros más preciados, Tete y Sergio, mis hermanos del alma a los que admiro y aprendo de ellos todos los días. Quizás yo he reunido el valor suficiente para enfrentarme a escribirte, porque es muy doloroso, pero hablo por boca de toda tu familia.
Te echo mucho de menos, papá... Lo que daría por un abrazo tuyo, por coger tus enormes manos, por volver a ser un niño y sentir tu olor cerca de mí, no imaginas la paz que me transmitías. Tuviste que marcharte, pero yo todavía te necesito, ahora más que nunca.
A veces sueño que preparamos un arroz caldoso, con mucho picante como a ti te gustaba, rodeado de toda tu familia y con todos tus amigos, cantando flamenco y pasándolo genial. Y, aunque después despierte, verás que son sueños con mucho cariño, ese es tu legado, amor y alegría para los tuyos. Me quito el sombrero, papá. Qué honor más grande.
Por último decirte, aunque estoy seguro que lo sabrás, la vida me ha dado la oportunidad de cumplir la última promesa que te hice poco antes de tu marcha. Es una de la más grandes satisfacciones que podía regalarte. Promesa cumplida, papá, eso queda para nosotros dos.
Sigue guardándome un sitio cerca de ti, para poder decirte al oído cuanto te quiero. Donde tu tienes tu sitio y siempre lo tendrás es en mi corazón, te doy mi palabra de que eso nunca cambiará.
Con todo mi cariño, mi afecto y mi respeto. Estas letras son para ti papá.
De tu hijo pequeño que te quiere con toda su alma.