“Maldito ELA, una pesadilla que mata”

Cuarenta y pocos años contabas y una experiencia ya vivida, con dos adolescentes en el punto de partida. Un matrimonio roto por secretos y mentiras no impidió a una madre comenzar su nueva vida. Un 14 de junio recuperó la alegría, un caballero andante en ella se fijaría, que la trató como nadie y su corazón llenaría de ilusiones y emociones para ella desconocidas.
Qué poco duró ese sueño, qué injusta fue la vida, que cuando más feliz estaba comenzó la pesadilla.
Qué torpe te encontrabas, qué rara te sentías, demasiados tropezones, incesantes caídas. ¿Qué le pasaba a tu cuerpo que responder no podía? No logro imaginar cómo te partirías, al tener la certeza de lo que más temías. El diagnóstico confirmó lo que escuchar no podías, ni creer ni aceptar lo que no merecías. Ese día se rompió el corazón de tu familia, ese caballero andante en ángel se convertiría, que nunca llegó a imaginar la misión que asumiría guardar y velar por el amor de su vida.
No he conocido pareja igual, que en ejemplo se convertirían. Es por no flaquear, por no perder su sonrisa, ya no puede caminar ni sus manos acarician a su ángel amado que de ella siempre cuida. Él no se queda atrás, el coraje es su insignia, no deja de luchar. ¡Qué demostración de valentía! que a todos sitios va con su dama en su silla, haciéndola disfrutar en cualquier terracita, con un partido de fútbol y con buenas compañías. Qué puta enfermedad, doblegarlos no podrías, que al amor verdadero no hay rival que lo rinda.
No puedo dejar de mencionar que la sangre siempre tira que ahí están un padre y unas hermanas que la miman, que lo sufren en silencio cada mes cada día, que están al pie del cañón vigilando por su niña.
Gracias por ser como sois, extraordinarios y excepcionales, valientes y luchadores. La vida no es justa y no llegaré a entender jamás por qué le ocurren estas cosas a la buena gente. Difícil papel os ha tocado vivir, os ha tocado enseñarnos, darnos lecciones de cómo seguir.