La casa está triste desde que abriste las alas

16 nov 2016 / 08:00 H.

Ami ángel: Hoy hace un año que te fuiste. Ha sido un año raro, porque no podía creerme que ya no volvería a verte más. Poco a poco, me voy dando cuenta y poniendo los pies en el suelo y el dolor y el vacío cada día son más insoportables. Nada es igual sin tu sonrisa, sin tu genio, sin ti. Todo por aquí ha cambiado, ya nada ha vuelto a ser lo mismo desde que abriste tus alas, la casa está triste, apenas nadie sonríe y solo rompe el silencio las sonrisas de Andrés y Ángela que por su edad no entienden nada de lo que está pasando, aunque Andrés, a su corta edad, no para de preguntar por ti y de tirar besos al cielo.

No sé si existe la vida después de la muerte, si desde donde estás puedes vernos y sentir lo mucho que te extrañamos y lo mucho que te queremos. Yo me consuelo con pensar que sí y que algún día volveré a abrazarte y a hacerte cosquillas a la hora de dormir y ya nada nos podrá separar.

Aunque hoy el dolor me ciega y no me deja ver más allá que tu ausencia, espero que desde donde estés me ayudes a recuperarme y a aprender a vivir sin ti, mi vida. Porque algún día estaremos juntos de nuevo pero, mientras tanto, tengo que sacar fuerzas de donde no las hay para poner grandes a los hermanos y después, cuando llegue mi hora, sé que estarás ahí para cogerme de la mano. Como suelo decir: Ya ha pasado un día más y ya queda un día menos para verte hijo mío. Tu madre, padrastro Andrés y hermanos que nunca te olvidan.

José Javier Paulano falleció a la temprana edad de 17 años, después de vivir unos intensos meses de lucha contra la fuerte leucemia que le detectaron. Su madre, Raquel Fajardo, también peleó para que su hijo superara la enfermedad. Mientras, sus amigos y profesores del Instituto de Enseñanza Secundaria Fuente de la Peña le animaron en todo momento, así como vecinos y jiennenses que, altruistamente, se solidarizaron con el joven para apoyarlo y conseguir un donante de médula ósea. De hecho, estuvo muy cerca de conseguir el anhelado trasplante y viajó hasta tierras cordobesas para el tratamiento. Incluso, su madre se movilizó para pedir ayuda y poder mantenerse durante el periodo de estancia en Córdoba. Finalmente, el cuerpecito de José Javier no pudo aguantar más y se fue.