Ha fallecido Alfonso Ramírez Linde, prestigioso abogado y gran amigo

19 ago 2019 / 08:00 H.

Esta tarde me ha llegado la triste noticia, no por esperada menos dolorosa, de la muerte, a los 81 años de edad, de Alfonso Ramírez Linde, que durante una larga etapa fue una institución como profesional en el ámbito de la abogacía. Pero sobre todo era un gran amigo, desde hace muchos, años al coincidir en la junta directiva del Foro Jaén de Opinión y Debate en el tiempo que ostenté la presidencia, y donde su labor y su consejo siempre fueron de gran ayuda. En ese momento, estaban en la junta personas que nos han dejado como los queridos Paco Mateos o José Luis Buendía, también inolvidables.

Alfonso Ramírez Linde creó escuela en la abogacía, de hecho, en los últimos años, ya jubilado, he visto cómo muchos profesionales del derecho se dirigían a él como “maestro”. Se había incorporado al Colegio de Abogados en 1978, luego de haber hecho antes la carrera de graduado social. Como nuevo abogado en ejercicio fue apadrinado por Francisco Duro Ortega, al que él denominó “humanista que honra la abogacía”. Aparte de muchos años de oficio, especializado en Derecho Penal, perteneció a la Junta de Gobierno colegial, fue profesor de la Escuela de Práctica Jurídica y también de la UNED. El Colegio le rindió homenaje en su jubilación distinguiéndole con la medalla al mérito.

Aparte de esta actividad, con un despacho acreditado en Jaén y fuera de la provincia, Alfonso, siempre inquieto y muy trabajador y entusiasta, era un enamorado de su Jaén y se vinculó con proyectos e iniciativas sociales, como la citada del Foro Jaén, pero también formó parte de la plataforma que en su día se creó en el seno del Instituto de Estudios Jiennenses “Pro Universidad de Jaén”. Y no me puedo olvidar de sus años de servicio altruista al frente de la Hermandad Provincial de Donantes de Sangre, llamando a la solidaridad de los jiennenses de manera constante. Hace algunos meses, se dirigía por carta a la citada hermandad para volver a agradecer la donación generosa, ya que él mismo ha necesitado frecuentes transfusiones de sangre con motivo de su larga enfermedad.

Residía con su esposa en un rincón de la Costa del Sol. Allí se le ha visto en los últimos años, tras su jubilación, cerca del mar, que le daba vida, siempre con un libro en la mano y, a veces, su pequeña mascota, porque era un enamorado de los animales. En los últimos tiempos, hasta que la enfermedad pudo con él, mantuvimos una fluida comunicación en las redes sociales, en concreto por Facebook. Me encantaba darle los buenos días y recibir sus mensajes de aliento, pero sobre todo impregnarme de su vasta cultura, el conocimiento y dominio de los clásicos y la continua alusión a escritores a los que ambos venerábamos, como Saramago, Machado, Galeano, Benedetti, Hernández, etcétera. También le veía interesado en los temas del derecho, el viejo maestro opinaba con apasionamiento, a veces, y se resistía al silencio. Y no digamos de su otra pasión, la música. Llenaba sus horas, su tiempo, de una manera ordenada y ejemplar. Hace meses que le echaba mucho de menos, se había cortado la comunicación por causas inevitables, pero sus hijos me tenían informado de su lucha contra la enfermedad y me dolía reconocer que el final estaba cercano.

Hoy, he recordado una confesión suya que me sigue emocionando: “Hundo la mirada en el mar y, acordándome de Machado, me imagino la barca en la que habré de hacer el último viaje y quiero, para entonces, subir a la barca, sí, pero ligero de equipaje, casi desnudo, como los hombres de la mar”. Descansa en paz, querido Alfonso, en esa paz que has tenido y que también has transmitido. Ahora sé que te gustaría que recordara, porque viene a cuento, la hermosa reflexión de tu admirado Galeano, quien en la muerte de su amigo Benedetti, embargado por la emoción, solo pudo expresar: “Hay cosas que se dicen callando”. Y, para terminar, seguro que aprecias que evoque a Miguel Hernández: “Estoy aquí para vivir, mientras el alma me suene/ estoy aquí para morir, cuando la hora me llegue”. Un abrazo muy fuerte de aquí a la eternidad.