“¡Gloria a Manué, El Cantarero!”

28 jun 2016 / 09:30 H.

Manuel Rodríguez Sánchez. No era famoso como su homónimo, el torero Manuel Rodríguez Sánchez, “Manolete”, pero compartía con él algo más que el nombre propio, los dos apellidos y el paisanaje, porque valor para encarar la vida y sus numerosos problemas no le faltaban.

Nunca lidió un toro, pero sí que pudo con todos los “bureles” que el destino le puso enfrente durante sus 88 años en La Carlota y en otros muchos pueblos cordobeses, jiennenses y del resto de Andalucía donde tuvo que ir a buscarse las habichuelas y un buen plato de comida que darle a sus dos hijos y a su mujer, mi tía Loli, otra trabajadora infatigable.

Ahora luchaba cada día para que no le faltara de nada a sus cuatro nietos, que loquito de felicidad le tenían.

Más alegre que unas castañuelas. Era la alegría siempre de todos los saraos y lo que no eran fiestas, porque hasta para los momentos más tristes siempre guardaba una sonrisa. Ocurrente como él solo. Nunca le faltó un chiste para provocarte una carcajada. Hacía monólogos de humor tan buenos como los profesionales de ahora y de vez en cuando se lanzaba a echarse unos cantes por fandangos o algo que se le pareciera, cuando había que animar al amigo que fuera.

Era tan fiel y cariñoso con todos como lo fue en su idilio con el vino de Montilla, el del número 9, “que es el mejor”, como tanto repetía.

Bebía, pero sabía guardar siempre la compostura y nunca el alcohol le buscó ningún problema y menos aún una pelea.

Respetaba todo y a todos y de política no quería saber nada, pero sí que confesaba los malos ratos que “señoritos” andaluces le hicieron pasar trabajando de sol a sol y de luna a luna en esos campos andaluces de Dios o del diablo, cualquiera sabe.

“Manué, El Cantarero”, como todo el mundo en La Carlota le conocía, seguirá en mi recuerdo y en el de muchos otros como uno de esos hombres que son más que buenos y mejores, porque son imprescindibles e inolvidables. Y así mantendré su recuerdo hasta el final de mis días. Muchísimas gracias, tito, por todo el cariño y tantísimas cosas buenas que me has dado. ¡Gloria a “Manué, El Cantarero”!