“Fuiste un gran profesor de Historia del Arte de la Escuela José Nogué”

17 mar 2016 / 09:20 H.

RAFAEL RECIO. Parece que fue ayer cuando entraste por primera vez al centro, hace ya más de veinte años. Parece que fue ayer cuando las lecciones de Historia que impartías eran amenizadas con anécdotas y efemérides cargadas de filosofía. Parece que fue ayer cuando irrumpías en el silencio de la sala de profesores amenizando a los compañeros con vivencias y sentimientos escondidos. Parece que fue ayer, Rafa, cuando dijiste que te marchabas a Córdoba, y posteriormente a Melilla, a emprender una nueva etapa en tu vida, en otro centro, pero siempre defendiendo lo que ya sabías y enseñando de la forma que tú querías.

Sin duda, has sido un gran profesor e investigador en Historia del Arte. Por tus manos han pasado muchas promociones de alumnos graduados en Artes Aplicadas y de los Ciclos Formativos de grado medio y superior, que hoy, sin duda, estiman más que nunca tu ausencia, porque aunque marchaste a otra ciudad, siempre has querido mantener el contacto con todos nosotros. Compañero, te has ido pronto, pero en el recuerdo siempre nos quedará tu alegría y espontaneidad, tus ganas de enseñar, tu tiempo de escucha y tu amistad.

Rafael Recio no solo era vecino de la Catedral de Jaén, sino que también era un entusiasta del edificio más significativo de la capital del Santo Reino, incluso lo visitó con sus alumnos en varias ocasiones. Él, de la mano de José Melgares Raya, archivero de la Catedral y también fallecido, hizo un estudio de los 76 libros corales. Incluso, los dos llegaron a publicar en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses sobre sus investigaciones. Los libros corales son los que se usaban en el coro para el canto en el oficio litúrgico. Tres de los 76 libros son de finales del siglo XV y el resto de los siglos XVI al XVIII, la mayor parte de ellos están escritos en pergamino con diversas tintas. De ellos, Rafael se interesó por las miniaturas de las dos fiestas litúrgicas que contiene cada libro. La primera letra en cada fiesta es la capitular, mucho más grande que el resto y está adornada por personajes, animales o elementos vegetales y es lo más vistoso de cada libro. Las conclusiones de sus estudios se recogen en el catálogo de la exposición “En la tierra del Santo Rostro”, que se hizo en 2000.