Fue un referente en España en
el sector del aceite de oliva

22 abr 2016 / 10:00 H.

Juan Rubio Navarro ha sido todo un referente en el mundo del aceite de oliva en España y, en especial, para las cooperativas y almazaras de la provincia de Jaén, con las que estuvo vinculado, de alguna forma, a lo largo de su vida profesional y empresarial.

También lo fue en el sector del envasado y, hoy, su familia está al frente de grandes envasadoras de aceite. Fue fundador y propietario de Aceites Toledo, una de las firmas nacionales más importantes del sector oleícola.

Nació en Fuente el Fresno (Ciudad Real) en 1931 y falleció el 17 de marzo de 2016 en Madrid, a los 84 años.

Ha sido, lo que se dice, un aceitero de toda la vida, curtido a sí mismo con la experiencia del día a día. Cuando acabó en la escuela los estudios elementales se puso a trabajar con su padre, Juan Rubio García-Quilón, en la fábrica de harinas y aceites que este había adquirido en Los Yébenes (Toledo). A los 20 años, en 1954, al contraer matrimonio, y mediante un crédito de un millón doscientas mil pesetas de entonces, concedido por el Banco Central, le compró a su padre la parte del negocio que se dedicaba a la producción de aceite, que entonces, como en todas las empresas del ramo, se comercializaba a granel. Dos años después, en 1950, previó las posibilidades de venta internacional del aceite, porque el mercado italiano se interesó por su producto y adquirió 150.000 toneladas que cosechó esa campaña, con lo que obtuvo un beneficio de 25 millones de pesetas, un pastizal para la época. Fue así como la empresa se consolidó de forma rápida y pudo expandirse.

Esta trayectoria la contaba Juan Rubio en una entrevista que le hicieron hace unos años. La almazara que montó en 1950 fue el origen de lo que después sería su empresa, Aceites Toledo. Más tarde, a principios de 1970 Juan Rubio compró unos terrenos en Los Yébenes en los que instaló una planta de envasados de aceites, que, hasta hoy día, es una de las más modernas de España.

En 2001, se le concedió la Medalla de Mérito al Trabajo, con ocasión de la Fiesta del Trabajo. En 2003, el Rey Don Juan Carlos le entregó el Premio Fondena a la Protección a la Naturaleza. En 2004, fue galardonado por la Asociación Española para el Desarrollo del Mecenazgo Empresarial con el XIV Premio Aedme. Y, hasta su fallecimiento, ha sido asesor permanente de la “Agencia Española para el Aceite de Oliva”, que depende del Ministerio de Agricultura.

Durante su vida profesional destacó por la honestidad, la calidad del trabajo y la adaptación a las circunstancias coyunturales. Todo ello explica su enorme éxito obtenido. Este empresario que hizo del aceite su pasión y su profesión siempre criticó la especulación, los excesos colectivos y la falta de responsabilidad de las entidades bancarias durante los años de bonanza, así como la escasa eficiencia de la Administración pública española.