“Don Honorato era el hombre tranquilo”

Cuando uno mira, porque está presente, a Honorato, nota como transmite esa suficiencia de quien todo lo sabe pero no tiene la necesidad de contarlo, de quien posee la razón absoluta pero jamás pretende demostrarla, de quien tiene problemas pero soluciona los tuyos.
Integridad. Honestidad. Valores. Qué huella tan profunda, que sentimiento tan intenso, que paz, que calma, que serenidad das a cualquiera que se acerca a tu aura. Has luchado en mil y una batallas, resultando victorioso en todas y cada una de ellas, y has pretendido no ser un obstáculo para tu gente. Elegante de actos y sereno de palabras, de ideas firmes pero flexibles, de sonrisa permanente y mirada lenta, para no perturbar el entorno del prójimo. Quien te conoce —y quién no te conoce—, te quiere, y quien te quiere —y quién no te quiere— lo hace hasta el final, con todas las consecuencias, con todo el ardor guerrero que inunda tu corazón pero se esconde en tus actos, decididos pero serenos.
Has sido todo en tu sector y en cualquiera que hayas tocado; referente en el balonmano de Jaén, por el que lo has dado todo y un poco más, en la Formación Vial a muchos nos has enseñado y si no, has enseñado a nuestros enseñadores. Dicen que nos conocen por nuestros enemigos; pues eres de esa ínfima parte que cumple la excepción, no los tienes, pero sí los mejores y más grandes amigos, aquellos que tuvieron la oportunidad de abrazarte en aquel tu homenaje, aquellos que siempre te siguen admirando.
Amigo mío, algo de lo que me enorgullezco y es un honor, ya es tradición en toda mi familia hacer un brindis que nos recuerda a ti. Estábamos en el Vali, donde solías desayunar, y mi padre, otro de tus infinitos alumnos, vio que estabas en la otra esquina de la barra. Levantó la copa, a lo que tu respondiste con el mismo gesto, y en voz alta dijo: “Honorato, por nuestros auténticos y verdaderos (iba a decir cojones, cuando todo el bar, abarrotado, se sumergió en el más profundo silencio, por lo que hubo que cambiar el texto por evitar el estupor generalizado, diciendo)... ¡Profesionalidad!