“Con dulzura creó una familia en Alcalá la Real”

04 nov 2019 / 08:00 H.
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Ya hace unos meses que tenía que haber escrito sobre una gran amiga que inesperadamente nos dejó, pero son tantos los valores y cualidades de esta persona que no sabía como definirla, hasta que en la misa de hace unos días que le ofrecieron sus compañeras de catequesis, me entró la sensibilidad y decidí hacerlo.

Recuerdos de cuando hace cinco décadas, llegó a Alcalá la Real como esposa de otro gran amigo, José Serrano Mudarra, y procedente de esa noble tierra de La Mancha —Malagón— , donde Santa Teresa fundó su primer convento.

Esbelta, elegante, humana, generosa, donde estaba se notaba su presencia. Ejerció muy joven como maestra del colegio José Garnica Salazar, siendo una gran docente, profesional, trabajadora incansable que compartía las clases con secretaría y comedores. Cuando se jubiló, y añorando su profesión, pasó a ser catequista en la parroquia de Santo Domingo de Silos —las Angustias—, siendo querida y admirada por sus compañeras, que hace unos días ofrecieron una misa por su alma, inculcando la fe cristiana a niños y niñas como siempre la vivió.

Gran esposa y madre ejemplar; con su esfuerzo infatigable, sacrificio y dulzura creó una gran familia en Alcalá junto con su esposo Pepe. Siempre noble y leal compañera, con su peculiar sonrisa, humildad y sencillez siempre estuvo en los momentos difíciles y también felices de todos sus amigos y compañeros.

Recuerdo la anécdota de una ocasión en la que tomando unas cervezas en un bar, se acercaron unas chicas, ya con hijos, para darle las gracias a su maestra por todo lo que habían aprendido de ella. Sus amigos hemos compartido muchos momentos felices en paseos, comidas, viajes culturales y de ocio y en nuestras tertulias en las que jamás salió de su boca una crítica. Con su peculiar sonrisa y su gran vocación de docente, departir y escucharla era aprender de ella.

Es por ello por lo que a día de hoy tus amigas y sus amigos ante tu ausencia física nos resistimos a pensar que ya no estás entre nosotros, pues poco a poco te fuiste apagando con la misma dulzura y templanza con la que viviste, dejando una gran huella entre tu familia, alumnos, catequistas ¡entre nuestro pueblo!, y haciendo honor a tu nombre de origen griego. “Andrea” que significa lo que tu siempre fuiste: una mujer bella y valiente. A día de hoy somos muchos los que, habiéndote querido, no te olvidamos, sino que recordamos y sentimos un profundo dolor en nuestros corazones.

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