“Carta al cielo para un gran campeón”

03 jul 2019 / 08:00 H.

Queridísimo Adrián: ya estás en el cielo, en ese lugar maravilloso, última meta del inagotable deseo de felicidad que todos llevamos en el corazón, que ninguna lengua humana es capaz de describir, pero que Dios tiene preparado a sus criaturas para que gocen para siempre, porque allí ya no se sufre, solamente se goza. Este ha sido el gran trofeo que recibe un campeón como tú. Con esta imagen de tu foto llegaste por primera vez a nuestra Unidad de Onco-Hematología del Hospital Infantil de Jaén. Y es así como todos queremos recordarte. Han sido siete años de lucha constante, de duros tratamientos y largos periodos de hospitalización, de idas y venidas, tanto al hospital de Jaén como al de Córdoba. Siete años que te han servido para finalizar la carrera de tu corta vida (solo tenías 16 años) con las mejores notas. Unas calificaciones con las que has ido sembrando las más preciosas semillas: tu dulzura y tu constante sonrisa, tu bondad y tu paciencia, tu dejarte hacer todas las pruebas necesarias sin protestar, sin quejas, porque sabías que eran por tu bien y siempre mantuviste la esperanza de curarte, de ponerte bueno. Has sabido luchar hasta el final, sin desánimo y animándonos a todos, porque siempre que entrábamos a tu habitación y te preguntábamos ¿cómo estás?, siempre, contestabas lo mismo con tu bonita sonrisa: “Estoy bien”. Eras tierno y cariñoso, mi querido “osito de peluche”. Es así como me gustaba llamarte cariñosamente. Recuerdo como reclamabas a Pepa un día, las caricias que no te podía hacer, cuando, por estar resfriada, evitaba entrar en tu habitación y te saludaba desde la puerta y tú desde tu cama le dijiste: “Pepa me debes cuatro achuchones”.

Has sido un gran ejemplo para todos: para tu familia y amigos, para tus compañeros de colegio y profesores (has sido responsable y estudioso y nunca dejaste de tener unas excelentes notas a pesar de tus limitaciones), para todos los miembros de tu “Cofradía Jesús en el Huerto”, a las que pertenecías y en las que tanto amor pusiste siempre, para tus enfermeras y auxiliares, para tus médicos y todo el personal que, con tanto cariño, te supimos cuidar hasta el último momento. Han sido también siete años en los que la Asociación Pídeme la Luna, esta fábrica de sueños que te quiere con locura, ha procurado siempre estar a tu lado y caminar junto a ti para hacerte muy feliz. Recuerdo que desde la ventana de tu habitación del hospital mirabas con curiosidad el Castillo de Santa Catalina y el Parador y preguntabas: “¿qué es aquello?”. Ese fue tu primer sueño: subir al Castillo y merendar en el Parador. Pero querías que te invitara el director. Dicho y hecho. Pídeme la Luna se lo planteó al director y te prepararon con mucho cariño una estupenda merienda en el majestuoso salón del parador, además de hacerte un bonito recibimiento por parte de todo el personal. Pero seguías soñando de la mano de Pídeme la Luna, que nunca escatimó ningún esfuerzo por hacer tus sueños realidad. En otra ocasión, se desplazó hasta el hospital de Córdoba para llevarte ese estupendo ordenador que te ayudaría a pasar las largas tardes más entretenidos.

Cuando supimos la ilusión tan grande que te hacía ir a un concierto de Melendi, y después de buscar el lugar más cercano para cumplir este nuevo sueño, porque ya estabas más malito, fue en Lorca (Murcia) aquella noche de verano donde vibrabas y disfrutabas con tu artista preferido. Nosotros también disfrutábamos contigo al verte tan feliz.

La enfermedad iba avanzando y, ya en casa, pasabas la mayor parte del tiempo en cama. Necesitabas seguir jugando y distraerte junto a tu hermano Sergio. Por eso quisimos sorprenderte de nuevo con una Nintendo Switch. Recuerdo la cara de felicidad y de sorpresa llevándote las manos a la cabeza con tu bonita sonrisa cuando descubriste la videoconsola.

Queridísimo Adrián, podría seguir contando muchas más cosas de ti, de momentos inolvidables que hemos vivido contigo. Todos podrían contar de ti cosas maravillosas porque siempre has sido muy generoso y has sabido pensar en los demás, siempre fijándote en los demás hasta el último momento. Gracias y mil gracias, millones de gracias por todo lo que nos has dado con tu gran ejemplo, por haber tenido la suerte de haberte conocido, por haber aprendido tanto a tu lado. Me imagino la gran fiesta que habrá habido en el cielo con tu llegada. Seguro que no has entrado solo, porque en la puerta estarían esperándote para entrar contigo de la mano todos los niños de Onco-Hematología que te precedieron: Jorge, Ismael, Pedro Antonio, Javier, Nazaret, Antonio Jesús... A todos los recordamos con inmenso cariño.

Ahora te toca a ti cuidar de todos nosotros, sobre todo de tus maravillosos padres, Paqui y Pedro, y de tu hermano Sergio. Ellos también han luchado contigo hasta el final, siempre a tu lado, dándote su apoyo y su cariño. Ahora les espera una etapa difícil porque te echarán mucho de menos. Cuida también de tu abuela y de toda tu familia. No te olvides tampoco de tus enfermeras y médicos, de Pídeme la Luna y todos sus voluntarios. Buen viaje mi “osito de peluche”. Te quiero.