“Antonio Luis Gómez Jiménez, ejemplo de un buen abogado y una gran persona”

18 nov 2019 / 08:00 H.
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El pasado día 13 de Noviembre, a primeras horas de la tarde, recibí la triste noticia del fallecimiento de Antonio Luis Gómez Jiménez, gran amigo y excelente compañero, que durante casi cuarenta años ha venido ejerciendo la Abogacía, aplicando con todo rigor y profundos conocimientos del derecho, la ciencia y la técnica jurídica y el sentido común, en los consejos que daba a sus clientes, y en los procedimientos judiciales en los que intervenía como Abogado, al más puro estilo de un buen jurisconsulto romano.

Tras finalizar sus estudios en la Facultad de Derecho de Granada, comenzó su formación como abogado de la mano de un prestigioso letrado de la capital, Antonio Herrera García, y después de una larga pasantía, comenzó a trabajar tanto en su pueblo natal, Mancha Real, como en la capital. Precisamente fue en su despacho de la calle Martínez Montañés, donde la muerte le sorprendió de forma inesperada y como vulgarmente se dice “con las botas puestas”, mandando unos correos electrónicos de última hora, y después de haber tenido una mañana complicada en distintos Juzgados y Tribunales de la ciudad.

Aunque algo mayor que yo, nos iniciamos al mismo tiempo en el ejercicio de la abogacía, lo que me permite hacer una breve semblanza de nuestro querido Antonio como persona, como profesional y como gran colaborador de nuestro Colegio de Abogados. Y es que en situaciones tan duras como es la pérdida de un ser querido, el hacer alguna reflexión sobre él, el tener un emotivo recuerdo sobre su persona, ayuda a encontrar consuelo a los que le apreciábamos, que me consta que somos muchos, porque Antonio era un hombre bueno, sencillo, campechano, jovial, dialogante y gran amigo de sus amigos, que compaginó el mundo del derecho, con el de los toros, el cante, la música, las cofradías e incluso con el de la política municipal. Antonio era tradición en estado puro, que perteneció a distintas asociaciones culturales, a las que sirvió hasta última hora, de forma altruista y desinteresada, como el Círculo Cultural Taurino, del que era presidente, o la Peña Flamenca “El Trillo”, a cuya junta directiva pertenecía.

Fue un destacado abogado, y un trabajador infatigable que ejerció el derecho de forma práctica, sencilla y atinada, en especial la del Derecho de la Circulación, del que fue un gran referente en nuestra provincia. Siempre lo recordaré con “su sonrisa contagiosa”, su bondad y su serenidad, que era con la que trataba a sus clientes y, por supuesto, a sus compañeros.

En el año 2002, y hasta el año 2012, etapa en la que ostenté el cargo de decano, tuve la suerte de contar como diputado de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados con Antonio Luis, que fue el que impulsó el desarrollo de las nuevas tecnologías en nuestra institución, y el que junto al resto de compañeros y compañeras de junta, siempre aportó su buen criterio, su destreza, su experiencia, su talento, su ponderación y su rectitud, siempre en beneficio del compañero y del colegio, al que sirvió durante diez años de forma desinteresada, lo que le fue recompensado acertadamente por la actual Junta de Gobierno, concediéndole la Medalla al Mérito Colegial, que le fue impuesta en acto público y solemne el día 16 de Diciembre de 2016, y que Antonio lucía en su trabajada toga, con todo orgullo y cariño, siempre que la ocasión lo permitía. Mi más emocionado homenaje a este gran abogado, gran amigo y excelente compañero, y mi sincera condolencia a su esposa Elvira, a sus hijos Antonio Luis y Esther y a sus hermanos María Dolores, Diego, Luis, Juan y demás familia.

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