Alegre, feliz y muy guapo, tal como era
El martes lo vi pasar
montado en su bicicleta,
camino del olivar,
que es su auténtica meta. Va subiendo la Albariza con pedalear sereno, en el semblante sonrisa, dirigiéndose haciendo el cielo.
Luego baja a la Solana
camino de su morada,
y de su corazón mana
el amor que se derrama.
Coloca bien tu azada
colgada en el manillar,
por si en tu nueva morada
tuvieses que aderezar
un trocito de olivar.
Pedalea sin cesar
y consigue tu anhelo,
pedalea sin descansar
y dirígete al cielo.
Esta mañana ha fallecido mi padre, y ya está sepultado. Sin velatorio, ni funeral, solo los hijos. Pero eso es lo que menos me importa, sé que mi familia y mis amigos están cerca de mí, aunque no puedan abrazarme y darme consuelo físicamente. Lo verdaderamente importante es que mi padre no ha estado solo en el hospital, he podido acompañarlo hasta el final. Y, aunque ha sido duro ver cómo su cuerpo luchaba por seguir existiendo, me alivia el dolor que siento ahora, el haber podido estar a su lado. Sus últimos años ha vivido bien, como un niño feliz, disfrutando de la vida sin los malos recuerdos que nos lastran. Vivía el instante, que olvidaba pasados unos segundos, sabía que sus hijos estábamos allí para cuidarlo, para quererlo y protegerlo de todo mal. No me pesa que haya muerto, aunque lo echaré muchísimo de menos, tenía casi 92 años y la operación de cadera le había dejado muy afectado. Ahora descansa en paz, muy cerquita de mi madre, para que se sigan queriendo durante toda la eternidad. Me encanta esta foto que comparto con vosotros, porque lo muestra tal como era, alegre y feliz, y muy guapo, a pesar de sus años.