Se va un muy buen amigo

02 jun 2020 / 08:00 H.
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Empiezo a sentirme patológicamente afectado porque mis apariciones en estos rincones del Jaén en estos últimos tiempos son demasiado frecuentes por razones necrológicas... Javier, Indalecio, y un etcétera, que desemboca hoy, desgraciadamente, por un amigo. Diría que por El amigo... el amigo leal y cabal con nuestra amistad, desde que en 1982 llegó a Jaén y se instaló con su familia en los aledaños de mi casa... Su bella mujer había sido coetánea de la infancia con la mía, leales amigas de niñas y de mujeres, en Cazorla, cuando mi suegro generaba y acumulaba afectos en su primer destino en el juzgado de la ciudad del Consuelo. Eso es precisamente lo que preciso en los momentos que escribo este recuerdo, consuelo por la muerte del amigo leal y cabal, del hombre fuerte y curtido por el sol y el monte, en su afición y profesión del mundo de la caza. Afortunado porque disfrutó y vivió de su afición, con el acierto del tirador que ponía la bala donde fijaba el ojo, pero con un concepto claro y preciso de las luces y sombras de ese mundo cinegético, ahora cuestionado por falsos profetas del ecologismo o del animalismo.

Adiós al amigo mío y de los cercanos y mutuos conocidos contemporáneos que así lo consideren. Los que, como yo, hemos entrado en una etapa de la vida, cuya clasificación temporal está en duda en circunstancias muy actuales, comentaba con él no hace mucho, que en esto de la amistad se vuelve uno selectivo y exigente; y que nos empiezan a sobrar dedos de la mano. Pues, sabes que hoy he perdido una de esas extremidades de mi vida y existencia, que será irremplazable e imposible de trasplantar. Lo digo como lo siento. Adiós Bastías.

Se me hace muy difícil explicar con palabras, después de casi cuarenta años de amistad, describir lo buen amigo y mejor persona que eras.

Tu fallecimiento es una gran pérdida para tu familia, pero sobretodo para ese nieto que te había metido el gusanillo de los toros por su afición y su arte toreando. Ahora ya lo seguirás desde el cielo.

Descansa amigo, que Dios conceda la paz eterna. ¡Hasta siempre Luisito!

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