Torres de Albanchez, tierra de contrastes y de belleza natural

Muy cerca del límite con Albacete, destacan la gastronomía y las tradiciones

14 mar 2019 / 16:24 H.

Torres de Albanchez está muy cerca de uno de los ángulos, el nororiental, muy cerca del límite con Albacete. De hecho, es tierra de contrastes y durante siglos perteneció al Reino de Murcia. Por ello, en sus costumbres y su gastronomía pueden constatarse la mezcla entre el espíritu segureño y las costumbres levantinas. A pesar de tener menos de mil habitantes, en el pueblo se viven con intensidad las fiestas, en particular las patronales en honor de la Virgen del Campo. Ahí es donde se corren los encierros típicos con reses que son conducidas desde el campo por los pastores.

Como delicias gastronómicas autóctonas descuellan el ajoatao, la gachamiga, la gacha dulce con tostones, los andrajos y, derivadas de la tradición ganadera, la caldereta pastora y el cordero en ajo cabañil y en ajillo. Como no podía ser de otra manera, también hay unos aceite de primerísima calidad.

Entre el patrimonio monumental, merece mención aparte su gran emblema, la Torre del Homenaje — Bien de Interés Cultural del siglo XIV— restaurada gracias al empeño del Ayuntamiento. La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Presentación edificada a partir del XVI preside el centro urbano. La Casa del Mayorazgo es otro de los inmuebles de factura renacentista. Fuera del pueblo está la ermita, en torno a la cual gira una leyenda sobre una aparición mariana. El lugar, próximo a un manantial, congrega a pueblo con motivo de la romería primaveral y las fiestas patronales. Como patrimonio conservado de tiempos pretéritos, se ubican por varios puntos del término eras que evocan tiempos de jornaleros y siegas y trillas de cereal.

Sin dudas, uno de los grandes patrimonios de Torres de Albanchez radica en sus gentes sencillas, afables y acogedoras. La población del municipio se reparte entre el casco urbano y dos diminutos núcleos, Fuente Carrasca y Los Maridos.