Una familia que sabe dar bien de comer en un rincón que es un paraíso
La base del arroz meloso de Casa Antonio, en el poblado de La Cerradura de Pegalajar, es el sofrito hecho con ajo, cebolla y pimiento y tomate y muchísimo tiempo en la sartén de hierro y, claro, la mano de Chelo Rodríguez y lo que aprendió de su madre y de su suegra, la jefa de este negocio familiar, que lleva junto a su esposo César Hermoso y en el que le echan una mano sus tres hijos, el militar, Antonio José; Sergio, con la carrera de Administración y Dirección de Empresas recién terminada, tras cursarla con éxito en Londres, y Julián. Este último, aunque estudió Topografía, apunta maneras para ser el “heredero natural” de esta casa de comidas. No en vano, se forma en alta cocina en Madrid, interesadísimo por los fogones.
Y es que el pilar que mantiene este negocio son los lazos familiares. El restaurante era del padre de Chelo, Antonio Rodríguez Garrido, que trabajó mano a mano con su esposa Pura Ramírez Zegrí. Estos, a su vez, recogieron el legado que les dejaron María de las Nieves Garrido y Gregorio Rodríguez. El establecimiento, que va para el siglo de actividad ininterrumpida, estaba a pie de la carretera de principios del siglo XX y luego, por las obras para renovar la vía, cambió de ubicación, que es la actual y que, al final, lo dejó a un lado de la actual autovía A-44. Estas mudanzas cambiaron el concepto. Antes era lugar de paso obligado para transportistas y viajeros, mientras que ya la gente va expresamente. De ahí que hayan cambiado sus horarios, con la apertura principalmente los fines de semana y épocas de vacaciones. Sin embargo, la atención al cliente es la misma. Solo se sirven productos frescos y el famoso arroz meloso, por ejemplo, se hace para los comensales que lo pidan, nada de una olla grande para repartir luego las razones que surjan. De ahí que no haya problema para atender a cualquier cliente, lo mismo da que sea celiáco que tenga otro tipo de intolerancia, siempre tendrá algo que comer, sostiene Chelo Rodríguez.
Las migas, pipirrana de Pegalajar, los costillares y exquistas carnes, incluída la ternera de Kobe, un filete de la vaca japonesa que es muy del gusto de los sibaritas. Casa Antonio se mantiene así vivo y actual, con la garantía de ser un negocio de los de toda la vida.