Domingo de Resurrección singular para pintar unos huevos que llegan al Papa

22 mar 2016 / 09:20 H.

La celebración del Domingo de Resurrección en Carboneros es, cuanto menos, curiosa y singular. Se festeja la jornada con lo que popularmente se conoce como “fiesta de los pintahuevos”. La tradición es, junto a algunos ojos claros, cabellos rubios, y unos apellidos de fonética germánica, el de los pocos vestigios que recuerdan la procedencia centroeuropea de los colonos que poblaron, en el siglo XVIII, en este municipio enclavado en Sierra Morena. Por su defensa de la tradición, particularidad y originalidad, recibe el Premio Jaén Única en la categoría Pura Semana Santa, unos galardones que serán entregados el 30 de marzo en el Teatro Principal de la ciudad de Andújar.

La fiesta consiste en decorar huevos con vivos colores que luego son comidos. Se utilizan para famosas recetas jiennenses como, por ejemplo, las pipirranas y las típicas ensaladillas el día del Domingo de Resurrección. En Carboneros, esta tradición, común en otras poblaciones de Sierra Morena como, por ejemplo, Guarromán, tiene la particularidad de que las abuelas solían prepararlos, y aún lo hacen hoy, con las palmas que se procesionan el Domingo de Ramos. Son unas artísticas cestitas que ofrecían a cada uno de sus nietos para que pasearan en ellas los huevos pintados, uno de cada color, hasta que les llegara la hora de ser comidos en el almuerzo del Domingo de Pascua.

La tradición viajó hasta el Vaticano, a manos del Papa Francisco. El domingo de Resurrección de 2013 salió “de viaje” uno de los huevos pintados por Carmen María Fernández, firme defensora de la práctica y comendadora de la Cuchara de Palo, que llegó hasta Roma el 9 de febrero de 2014. Se entregó en el comedor de Santa Marta y el Santo Padre agradeció el gesto.

El alcalde de Carboneros, Domingo Bonillo, recibió la buena nueva con gran satisfacción y alegría ya que, según sus palabras, el premio supondrá un espaldarazo para una tradición que, ahora, se busca potenciar más si cabe. “Es una satisfacción que nos reconozcan por recuperar y mantener una tradición del siglo XVIII. Aunque llevábamos tres o cuatro años en un impasse, ahora regresa con muchas ganas de potenciarla y este premio es perfecto”, confiesa. Además, recuerda que se sigue en todas las Nuevas Poblaciones, no solo a Carboneros, como símbolo de identidad.