Pegalajar, el agua, el cielo y el subsuelo como gran atractivo

A varios monumentos se unen La Charca, un centro de vuelo y varias cuevas

14 mar 2019 / 16:24 H.

Pegalajar es un municipio accesible y lleno de sorpresas. Se ve literalmente suspendido bajo la sierra desde la autovía A-44. Cuenta con tres grandes atractivos, que se hallan, respectivamente en el agua, el subsuelo y el aire. En el primer caso, La Charla, un recurso hídrico singular, que, en años lluviosos constituye un recurso de ocio de primer orden. En cuanto al subsuelo, sobresalen las cuevas de los Majuelos y del Aro. Mientras, al aire se conquista desde la zona de vuelo de las Siete Pilillas. Numerosos parapentistas acuden hasta allí para observar el mar de olivos desde todo lo alto.

Como monumentos pueden citarse el arco de la Encarnación: puerta principal de entrada al recinto amurallado y al castillo, ambos desaparecidos. El Ayuntamiento data del siglo XVIII, aunque exhibe, de épocas anteriores, un escudo correspondientes al emperador Carlos V. En el plano religioso, la ermita de la Virgen de las Nieves, patrona local, es una construcción del periodo barroco sobre una base medieval. La de la Santa Cruz, renacentista, se erigió sobre un templo anterior que, a su vez, ocupó el solar de una mezquita. A modo de alminar, un esbelto campanario se eleva hacia el cielo. Se supone que corresponde a una torre del castillo.

Por otro lado, Pegalajar también es sinónimo de descanso. La pedanía de La Cerradura, al pie de la autovía, es, desde hace décadas, una zona de veraneo propiciada por su clima fresco derivado de la proximidad del río Guadabullón, que baja de la sierra camino de la campiña. En las áreas montañosas se conservan islas de vegetación mediterránea, a veces exuberante.

La oferta turística se completa con la artesanía del esparto, la gastronomía —papajotes, cachorreñas, cazolilla y torta de tomate— y un calendario festivo con las celebraciones patronales, de San Gregorio Nacianceno, en el mes de mayo, y la Virgen de las Nieves, en agosto.