Contra la covid-19, el cierre perimetral igual no es la mejor opción
La migración de personas residentes en ciudades densamente pobladas a zonas rurales con menos población es más eficaz que el cierre perimetral, según una simulación, publicada en la revista ‘Chaos’, que muestra que la reducción de la densidad de población en las grandes ciudades disminuye la propagación de enfermedades.
Las pandemias son impulsadas, en parte, por las densas poblaciones en las grandes ciudades donde las redes de edificios, las aceras abarrotadas y el transporte público obligan a las personas a vivir en condiciones más estrictas. Esto contrasta con las condiciones de las zonas rurales, donde hay más espacio disponible por persona.
Según el sentido común, estar en áreas menos concurridas durante una pandemia son más seguras. Pero los alcaldes de pueblos pequeños también quieren mantener a la gente segura, y la migración de personas de las ciudades a los pueblos rurales genera preocupaciones. Durante la pandemia de COVID-19, ha prevalecido el cierre de fronteras nacionales y fronteras entre estados y regiones.
Dos investigadores se preguntaron si esto es realmente útil y decidieron poner a prueba esta hipótesis y descubrir si el confinamiento y las prohibiciones de viaje son formas realmente efectivas de limitar la propagación de una enfermedad pandémica. Específicamente, se centraron en el movimiento de personas de las ciudades más grandes a las más pequeñas y probaron los resultados de esta migración unidireccional.
“En lugar de dar por sentada la movilidad, o la falta de movilidad, decidimos explorar cómo una movilidad alterada afectaría la propagación --explica el autor Massimiliano Zanin, del Instituto IFISC de Física Transversales y Sistemas Complejos (CSIC-UIB)--. La respuesta real está en el signo del resultado. La gente siempre asume que cerrar fronteras es bueno. Descubrimos que casi siempre es malo”.
El modelo utilizado por los autores está simplificado, sin muchos de los detalles que afectan los patrones de migración y la propagación de enfermedades. Pero su enfoque en los cambios en la densidad de población indica que las prohibiciones de viaje podrían ser menos efectivas que la migración de personas a áreas menos densas. El resultado fue una menor propagación de enfermedades.
Zanin y su colaborador David Papo, investigador en el Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid, colocaron un grupo hipotético de personas en dos lugares y asumieron que sus viajes se realizaban en patrones de movimiento aleatorios. Utilizaron la dinámica SIR, que es común en los estudios epidemiológicos del movimiento de la enfermedad. SIR significa susceptible, infectado y recuperado: clasificaciones que se utilizan para etiquetar grupos en una simulación y rastrear la propagación de la enfermedad de acuerdo con sus interacciones.
Ejecutaron 10.000 iteraciones de la simulación para determinar la propagación de la enfermedad resultante entre las personas en dos lugares cuando la migración es unidireccional: de ciudades densas a pueblos menos densos. También estudiaron el efecto de la “migración forzada”, que saca a las personas sanas de las densas ciudades al inicio de una pandemia.
Los resultados mostraron que, si bien el movimiento de las grandes ciudades a los pueblos pequeños podría ser un poco menos seguro para las personas en los pueblos pequeños, en general, para una situación de pandemia global, esta reducción en la densidad de áreas densamente pobladas es mejor para la mayoría de las personas.
“La colaboración entre diferentes gobiernos y administraciones es un ingrediente esencial para controlar una pandemia, y se debe considerar la posibilidad de sacrificios a pequeña escala para alcanzar un beneficio global”, concluye Zanin.