Razón para existir

    21 mar 2016 / 09:20 H.

    Hay filósofos e historiadores que piensan que a las civilizaciones y a los movimientos sociales les ocurre como a los seres vivos, que tienen un ciclo de duración compuesto de nacimiento, desarrollo (subida y bajada) y muerte. Como las personas. El ritmo de todas las existencias orgánicas. De las grandiosas culturas y de las pequeñas entidades. Por ejemplo, del Real Jaén, que está, como todo el mundo sabe, a final de un ciclo y con la terrible inseguridad de que pueda ser el último. Adobado con el extraño estigma de que el equipo directivo que lo salvó y lo encumbró casi hasta el cielo luego lo ha hundido hasta las puertas del infierno. ¡Incomprensible! Y ahora, mientras de lejos se oyen cantos funerales, que diría Bécquer, y con esperanzas menguantes, ¿qué?, puede preguntarse más de uno. ¿Ahora qué?, ¿mantener la afición, seguir yendo al campo? Era la pregunta que debatía la tertulia de la tribuna baja. Aunque en verdad era un debate birrioso ¡todos estaban de acuerdo! Con unas palabras u otras, todos justificaban su presencia en el campo porque “soy de Jaén” (José María Moya); “no hay manera de matar el gusanillo después de 50 años” (Luis Casanova); “me gusta el Real Jaén y soy un aficionado fiel” (Antonio J. Casanova); “lo siento de toda la vida, esté como esté” (Antonio Serrano). Y seguro que los que excepcionalmente faltaban, Juan y Javier Muñoz, padre e hijo, hubieran expresado el mismo sentimiento (con un hijo que se hizo socio en el paritorio). Este grupo de aficionados, como símbolo de unos pocos miles más, son los que dan sentido al club y al equipo. “Me echa de casa mi mujer, ale, al fútbol”, decía uno con sorna. Y a ver dónde iba a ir este hombre si no existiera el Real Jaén. Más en serio que en broma, la fuerza emotiva de tantos jiennenses que vibran al unísono es la que mantiene viva la llama y justifica su pervivencia. Y, como anécdota, en el partido del sábado hasta se inventó un nuevo término técnico que, además, aconteció un par de veces. Ya manejábamos, entre otros, los vicegoles, las oportunidades y pre-oportunidades. Ahora tenemos que añadir los “goles de raya”, cuando el balón entra pero no del todo. Habrá que reconocerle la autoría a quien lo inventó, un viejo aficionado que sigue, Pedro Casanova. El tercer gol...