Los secretos del fútbol

    12 ago 2019 / 11:16 H.

    Ocasiones hay en las que el fútbol, por su claro dominio social, público, económico, político... se convierte en campo de batalla de guerras que, a diestro y siniestro, tratan de desarrollar controles alucinantes. Y esta es, precisamente, una de ellas. Ahora, estos días. Porque lo de jugar al fútbol los lunes o los viernes solo los muy despistados o muy ingenuos pueden creer que es el contencioso que se disputa. ¡Ni mucho menos! Lo de jugar esos días es una simple bagatela, una batalla o maniobra marginal sin más. Detrás de esa pantalla hay objetivos mucho más intrigantes y poderosos. Veamos: todo empezó con la abulia del presidente Villar que, con tal de no hacer nada, con algunas limosnas como compensación, fue cediendo tareas, funciones y responsabilidades a la llamada Liga Profesional. Esta nueva entidad, con un responsable a la medida, apoyado sobre todo en fabulosos beneficios financieros que poco a poco iba adquiriendo y nadie controlaba, empezó a ejercer un fabuloso dominio, además de económico, político y social, incluso distribuyendo determinadas subvenciones, cual si fuera la administración. (Salvo el Real Madrid, que esta vez se ha mostrado con dignidad y distinción) los directivos, con escasa o nula categoría, solo a ingresar millones y salga el Sol por Antequera. Pero lo peor es la censura pública que ejerce manipulando la televisión. (El locutor que daba el partido en directo explicaba que el tan escaso púbico, prácticamente nadie, quizá se debía al frío, la hora, día laborable... pero mentía: había salido en los medios y redes sociales que era debido a un boicot que las peñas habían convocado en protesta por los partidos de los lunes. Encuentro Alavés-Rayo). Y para finalizar, dos frases y un comentario. “El marco actual convierte a Tebas en ministro de Deportes y hay que pararle los pies”. Rubiales dixit. “Yo no hablo de fútbol, hablo de industria. Solo criterios mercantiles dirigen la planificación”. (Tebas). Y de esta forma los aficionados tienen que aceptar el baile de horarios a conveniencia del negocio; y al fútbol menor, con sus múltiples niveles y el ingente número y condiciones de sus participantes... pues imaginen.