Las necesidades del Linares para salir de los puestos de descenso

El inicio de temporada azulillo es bastante tortuoso. Cambio de entrenador tras 4 jornadas, un técnico nuevo que a mitad de curso tiene que hacer su propia “pretemporada” y unos resultados que no ayudan a voltear una dinámica ya muy negativa. Pero, si nos paramos un momento a reflexionar, ¿cuáles son todos los factores que explican esta situación y cómo puede cambiarse”

Faltan jugadores del perfil que le gustan a Alberto González, especialmente futbolistas con un nivel de activación alto—dicho tal cual en palabras del técnico—, es decir que estén metidos en el juego, que tras perder el balón tengan esa reacción para apretar e incomodar al rival y que ese nivel de concentración les evite desconectarse de los partidos. No contar con más jugadores de ese tipo provoca que su idea tarde más en calar. Poco a poco se ve un Linares más equilibrado y cuya transición defensiva está funcionando mejor. Colectivamente ya no deja tantos errores como antes, pero el bagaje negativo de puntos le deja muy marcado en la tabla.

Hay futbolistas azulillos con mucho nivel, a los que ya se conoce por su calidad, y de los que se sabe que pueden aportar mucho. Otros de los recién llegados sí muestran capacidad para sumar al colectivo y rendir al nivel que la categoría exige. Pero, en otros casos, si hay jugadores a los que les falta algo. A unos es técnica, a otros rapidez mental, a otros capacidad física y en último dato por velocidad punta. Eso genera un desgaste que provoca que los errores, que ya no llegan tanto por un tema colectivo, se produzcan por una cuestión individual. Normalmente en muchos duelos, en unos contra uno, saltos, disputas, segundas jugadas y conducciones, el Linares Deportivo sale perdedor y eso, que tarda en entrenarse, tiene que venir de serie.

En esta categoría se juega a un ritmo muy alto y exige una preparación que, cuando llegó González, se adolecía. Tampoco se tiene ahora del todo, pero se va acercando. En la planificación y trabajo de pretemporada no se contaba con este listón de exigencia y eso es un inconveniente con el que se partió. La dificultad para ser fuertes en los duelos individuales tiene su causa en esa diferencia de ritmo y de físico que impone la Primera RFEF y que está penalizando. No se ha firmado mala calidad, pero seguramente no una calidad —entendida como muchas cosas que van más allá de la técnica pura y dura— adaptada a la categoría.

Lo primero es dar más tiempo de trabajo al entrenador. Es fácil de decir, porque se está a mitad de la primera vuelta y en puestos críticos, pero la evolución en cuanto a sensaciones es mejor ahora que hace un mes. El Linares ha dejado ratos buenos de juego, aunque no se hayan traducido en el marcador. Está realizado pretemporada dentro de la Liga y ya tiene claro qué jugadores le van a responder y le pueden solucionar problemas y cuáles no. Poco a poco define su equipo y se acopla a lo que él quiere. La idea de juego global no está ya tan lejos. Trabajar sobre victorias siempre ayuda a acercar el plan general y quizá esa pizca de suerte que tampoco tiene el equipo sea necesaria para sumar alguna que calme las aguas. Lo segundo, una vez que se consiga esa idea global, es pedir un paso al frente en el plano individual. Porque son esas individualidades las que subirán el techo competitivo del equipo. Jugadores que en momentos clave puedan pasarte al marcador lo que ya tienes en el juego y evitar que el primer gol del encuentro llegue siempre en contra. En plantilla hay aún jugadores no han dado su mejor versión, pero es obvio que habrá que acudir al mercado para traer aquello que no se tiene. Por ejemplo, un central más potente a campo abierto, un centrocampista con buen físico para abarcar más campo o un extremo con una punta más de velocidad.