La hora de la verdad
Cuando a estas alturas de la temporada se habla más en los medios de comunicación del ámbito extradeportivo e institucional del Real Jaén que de las victorias o las derrotas del equipo es porque algo va mal. Hablar del triunfo del pasado sábado ante un flojo rival como el Algeciras sería lo correcto, pero “este Real Jaén con esa mala salud de hierro”, como decía el maestro Fernando Arévalo, pasa por uno de sus peores momentos. Quizá no sea el más crítico, pero sí muy preocupante. Con una plantilla de profesionales y trabajadores a la que se le adeudan dos meses y una situación institucional que roza por momentos el esperpento. El aficionado jiennense asiste al partido entre el club y el Ayuntamiento como si fuera un propio partido del Real Jaén. Un presidente que dimite de su cargo y que sigue siendo máximo accionista y un ente público como el Ayuntamiento que requiere dichas acciones para poner en marcha un proyecto con personas que aún no conocemos públicamente. Considero que es una auténtica pena que, en medio de esa partida política y de ajedrez, se encuentre un club que roza el centenario de vida y cuya afición lleva en su piel una herencia de sentimientos.