Éxtasis del FC Barcelona con una sinfonía de juego y goles

Los azulgranas conquistan la Copa del Rey en el adiós del “mago” Iniesta

22 abr 2018 / 10:28 H.

El FC Barcelona vapuleó (0-5) al Sevilla para levantar la trigésima Copa del Rey de su historia, la cuarta seguida, en un recital de fútbol y goles que dejó sentenciada la final del Wanda Metropolitano ya con un cero a tres al descanso, algo que no bajó las ganas y el hambre de un Barça dispuesto a curar la herida de Champions con el doblete. Ni rastro hubo de la depresión, del bajón culé por la dura eliminación en Roma. El Barça sacó su mejor versión y pasó por encima de un Sevilla más que aturdido a la media hora, con un cero a dos en contra. El cuadro andaluz estuvo muy lejos de su sexta Copa, pareció no saber jugar a su rival a pesar de que le puso contra las cuerdas hace bien poco en el Pizjuán. La presión ya de inicio de los de Ernesto Valverde atosigó y descuadró a su rival. Luis Suárez anotó, a los quince minutos, en el primer intento de salir de su campo del Sevilla sin cuidar su espalda en un balón largo de Cillessen, y Messi hizo el segundo tras una floritura de Jordi Alba. El quiero y no puedo que vivió el equipo de Vincenzo Montella anuló cabezas y piernas, sin saber el remedio al baño azulgrana. Mandó lo primero, que exigía buscar la portería rival y el Barça mató en la contra con Messi y Suárez.

En la segunda parte, no hubo reacción de los rojiblancos y sí lucimiento por parte de los de Valverde, de la mano de un Andrés Iniesta implacable. El capitán culé, en medio de los altos rumores de despedida del fútbol español, marcó el cuarto en lo que fue su última final con los colores azulgranas. El quinto lo hizo Coutinho de penalti y sentenció el encuentro que no tuvo ni siquiera tiempo añadido. De esta forma, el “Rey de Copas” revalidó su título, el cuarto consecutivo y el trigésimo de este tipo de su historia, en un partido caracterizado por una de las mayores goleadas vividas en una final de esta competición. Además, recayó en manos de Iniesta la responsabilidad de levantar la Copa del Rey, el trigésimo primero en el global de campeonatos ganados por él como jugador azulgrana.