Esto es lo que hay

    10 jun 2019 / 08:43 H.

    Por decirlo de una manera estrambótica, podemos asegurar que a nuestro Real Jaén no le han sido propicias determinadas circunstancias en algunas de las fases de promoción. Todos recordamos los extraños avatares de la competición con el hoy importante Alavés, avatares deportivos y extradeportivos que acabaron en la extraña y sorprendente visita a Jaén del entonces presidente Villar, ilustrada con muy buenas y suaves palabras, en los días posteriores al acontecimiento y la pregunta que quedó en el aire y nunca tuvo respuesta, aunque pareció suficientemente explícita: por qué y a cuento de qué vino cuando nunca lo había hecho, ni por los forros. ¿Estamos en las andadas o esto funciona habitualmente así? Se lo ha preguntado el presidente Membrado y mucha otra gente. Un detalle: se pueden discutir dos penaltis, se puede discutir un fuera de juego en un gol, errores o no a fin de cuentas de la especie humana que, a día de hoy, no dispone de la facultad de la infalibilidad, pero ¿cómo explicar la permanente y porfiada condescendencia con la ostentosa y torva pérdida de tiempo, adobada con el sarcasmo de una tarjeta amarilla al portero, al filo del tiempo? Seguiremos la, seguro, triunfante carrera profesional del protagonista. ¡Habría que ver por lo demás la preocupación que le pudo asaltar al jugador por esa advertencia! De todas maneras un ligero análisis de los resultados de esta primera fase pasada muestra de manera terminante que quienes lograron superarla habían conseguido un gol en campo contrario. Obvio. Y ahí fallamos nosotros. Las cosas como son. En Ferrol, mucho llegar al tres cuartos mas lo de tirar a puerta nada de nada. Luego vinieron otros ocurridos no muy afortunados para nosotros pero ahí estuvo nuestra insuficiencia primordial. El equipo, y todos, tenía igualmente claro que por ahí andaban los tiros y ello se pudo apreciar desde el primer momento, en la estrategia y, sobre todo, en la disposición anímica: a buscar un gol como fuera. A ello se afanó... pero no pudo ser. Esperemos, con el poeta, que los cielos se nos abran de una (puñetera) vez.