Zahara: “Encontré una nueva voz produciendo sola”

La artista ubetense actúa, esta noche, en el Sentir Baeza AOVE Fest

28 jun 2025 / 14:30 H.
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LA ENTREVISTA

Tras veinte años en la esfera musical y habiendo consolidado una de las trayectoria más exitosas del panorama, Zahara no pierde la fidelidad en sí misma y en sus ideales. Después del huracán emocional y político que supuso “PUTA”, la artista ubetense volvió en febrero con “Lento Ternura”, un trabajo que representa la calma y la dulzura como forma de resistencia. Productora de todos los temas, cofundadora del sello G.O.Z.Z. Records y referente de una generación que habla sin miedo, Zahara no deja de reinventarse sin olvidar sus raíces. Con los pies en su tierra, la artista conversa con Diario JAÉN sobre lo aprendido, la importancia de alzar la voz y el poder transformador de hacer las cosas a su manera. Este sábado, 28 de junio, volverá a sus orígenes, con un prometedor concierto cerca de casa, sobre el escenario del Sentir Baeza AOVE Fest.

—Primera pregunta obligada: ¿qué significa para una ubetense tocar en Baeza?

—Significa tocar en casa. Desde niña escuché la rivalidad entre ambas ciudades, pero sinceramente, yo solo veo hermandad y belleza. Tocar cerca de casa es emoción y acercarme al origen de todo, a mis versiones primeras.

—Desde “Santa” hasta “PUTA” y su nuevo disco, transitó por diferentes paisajes. ¿Dónde siente que está ahora como artista?

—Si me paro, siento que hay un viajazo sónico y vital enorme, pero a la par tengo la sensación de estar siempre en la casilla de salida. Pero eso es bonito, creo que te lleva a la curiosidad y a la búsqueda.

—”Lento ternura” suena a reconciliación y a pausa por elección propia. ¿Qué necesidad le llevó a componer este disco?

—Después de la exposición brutal con “PUTA”, necesitaba reconstruirme desde otro sitio. No quería seguir contándome desde las narrativas de violencia. “Lento Ternura” es una búsqueda de dulzura, de calma y de darme cuenta de que a pesar de también me cabreo, sufro. Me permitió conectar con la ternura como fuerza y como lenguaje, observar lo que me hace daño sin que me destruya.

—Produce todos los temas de este disco. ¿Cómo fue moverse por un terreno que, generalmente, lleva nombre masculino?

—Necesitaba entender quién era también desde el sonido, no solo desde las letras o la voz. Produciendo sola encontré esa voz nueva, tomar decisiones sin filtros ni validaciones externas. No fue automático. Tuve que formarme, equivocarme y volver a probar. Cuando estás en una sala con alguien que produce —y suele ser un hombre— y no sabes hacer algo, muchas veces lo hacen por ti, así no aprendes. Las mujeres de mi generación no veíamos claro donde meternos en esa parte. Hacerlo sola fue una forma de decirme que sí podía, que era cuestión de paciencia y cariño. Con el tiempo, encontré mi ritmo y mi manera. Pasé de dudar de cada paso a hacer una canción al día sin problema.

—Compositora, productora, cofundadora de un sello discográfico... ¿Qué le queda por hacer?

—Me encantaría tener más vidas y ser en cada una de ellas solo una de estas cosas. Poder dedicarle toda mi atención solo a la producción o a la dirección escénica o a escribir... Compaginarlas es mi manera de expresarme con todo lo que soy, aunque a veces no llegue a todo como me gustaría. Me fliparía seguir aprendiendo y habitando todo lo que rodea la escena.

—Habla con valentía sobre lo íntimo y lo político en sus canciones. ¿Siente que ahora hay más espacio para ese tipo de discurso en la música?

—Sí y no. Creo que hay más artistas haciendo música desde lo personal y lo político, y eso es precioso. Pero también sigue siendo un discurso incómodo. “PUTA” generó una reacción muy violenta que me hizo ser muy consciente del nivel de odio que todavía existe hacia las mujeres que alzan la voz. La diferencia es que ahora somos más quienes sostenemos estas narrativas, y ya no me siento sola.

—A menudo habla de la libertad creativa como motor de su carrera. ¿Qué límites, si es que los hay, se pone ahora?

—Creo que la creación y la libertad van unidas. No hay creatividad si hay coacción y lo complejo es que no es fácil liberarse de las presiones que vivimos. A la hora de crear sigo sintiéndome libre. Es mi lugar favorito en el mundo, donde puedo ser yo y no pensar en si va a gustar o a incomodar. El problema es cuando la misma Zahara que crea es la que es su sello discográfico, ahí empiezo a juzgar y a valorar, pero mientras estoy creando no hay límites.

—El directo tiene algo de catarsis para todo artista. ¿Qué papel juega la puesta en escena, el vestuario o la narrativa visual en un festival como este?

—Para mí es fundamental. El show que llevo lo diseñé junto a Ezequiel Gómez durante meses. Quería que hubiera elementos clave del disco —como el policlín o la cinta de andar—, pero también de todo lo que soy, de mi humor, de mi amor por la rave... Cuando empiezo a diseñarlo trato de utilizar los elementos que tengo a mi alrededor para contar una historia. Es divertidísimo expandir el universo creado en las canciones y dotarlas de luces, colores... Me encanta esta parte y la disfruto mucho. Además, aunque salimos con la gira muy pensada, siempre dejo espacio para la experimentación.

—¿Qué mensaje buscó transmitir con su pregón del Orgullo 2025 en Jaén capital?

—Quise darle las gracias a la comunidad Lgtbiq+, porque siempre me permitió ser quien soy. Para mí el Orgullo es un lugar de acompañamiento, de reparación y de lucha. Vivir en libertad sigue siendo un privilegio para muchos. Y quiero compartir cómo la ternura es una forma de resistencia.

—En un lugar tan cerca de casa, si pudiera conversar con la Zahara que empezaba en la música desde Úbeda, ¿qué le diría antes de cantar en Baeza?

—Que disfrutara, que abriera los ojos y los oídos, y no se perdiera detalle de todo lo que va a vivir. Que cada momento en el escenario es una oportunidad para pasárselo increíble. Que no puedo quitar todo el mal que va a sufrir, pero que la música siempre va a ser su compañera y en ella podrá encontrar siempre un refugio.

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