Una letanía de cuestiones que despiertan el espíritu crítico

Alfonso Fernández presenta en Torreperogil su poemario El libro de las preguntas

04 sep 2019 / 16:58 H.

Dicen que la curiosidad mató al gato. Y no solamente al felino, también a la propia naturaleza del ser humano. Aquel que aprecia cómo su interior a veces se reconcome, poco a poco, por una curiosidad perpetua y que en ocasiones pasa a ser completamente un “alma en pena” por no encontrar explicación, ni sentido, ni satisfacción por despejar incógnitas que se mantienen inherentes como una extremidad más. Algo así debió pensar Alfonso Fernández. Aunque no sea una afirmación en rotundo, la deducción lleva a pensar de tal manera. Y es que, quien sintiera una vocación férrea de escribir desde los diez u once años, se califica como un garante de la protesta de la sociedad de hoy día. No es de extrañar que su nueva obra reciba un título que bien le “viene al dedo”. El libro de las preguntas viene a poner sobre la mesa “un análisis general de los valores, solidaridad y aquellas necesidades de rebeldía por dar con un mundo de otra forma”. Son las palabras de Fernández, quien presentó su nuevo libro en la Casa de la Música de Torreperogil, su tierra natal. Junto a él, estuvieron el concejal de Cultura, Juan Francisco Torres, y el editor José Madero. El público congregado inició un recorrido por aquellas cuestiones que afloran en todo individuo durante su “viaje” por las distintas etapas de la vida. La poesía es su hilo conductor, por lo que las tres partes del Libro de las preguntas quedan imbricadas por una lírica que llama tanto a la reflexión como al recuerdo. “En el registro de la segunda mañana”, “Donde el amor” y “En el más exquisito sentido carcelario” son las partes en las que queda dividido su poemario. “Quizás la tercera parte sea la más humana, la más sencilla, versa sobre los miedos, las imposiciones que tenemos en la infancia y por las que nos preguntamos constantemente”, explicó Alfonso Fernández. Sin duda, una época vital en la que todo ser humano “arremete” contra aquello que no comprende con una buena letanía de preguntas que, a veces, no llegan a conocer respuesta ni en la edad adulta.

“Los poemas son descripciones de un hecho, de una realidad, y formulo una pregunta del mismo”, y añadió un virtuoso ejemplo: “Cura/abogado y calamar/se revisten de negro/para despistar”. Parece que él mismo, en los años en los que ejerció la abogacía, se “metiese en el ajo” de unos versos que abren una puerta a la cavilación de una respuesta plausible. En cuanto a la “forma” en la que aparecen sus poemas, Fernández añadió: “En la medida que un tema me lo vaya pidiendo, utilizo versos libres y sonetos”. Incluso, hay algunos de tipo haikú japonés. Así, el Libro de las preguntas se despojó de toda atadura para mostrar a los presentes un espíritu que llama al “ojo crítico” sobre lo cotidiano. Eso sí, revestido de una métrica y rima que en ocasiones se presenta como “libre”, calificativo que bien podría recaer en la figura de Alfonso Fernández y de su estilo cuando se encomienda a la escritura.

Con el Libro de las preguntas, son ya cuatro poemarios que atesora Fernández. Lo preceden, por orden de publicación, Romance, Tránsito, Y otros poemas. Por si fuera poco, el escritor dispone de cinco novelas, además de un libro de cuentos que ya terminó este verano: “Quise recoger principalmente anécdotas y el sentir de la vida en el pueblo”. Asimismo, adelantó que su sexta novela —el cierre de la trilogía Urbana— está “en camino”: “Estoy embarcado en otra nueva novela que espero terminar pronto”. Así es Alfonso Fernández, movido por una vocación que, si bien habiendo consagrado su vida a la abogacía, nunca ha dejado de poner en práctica: “A partir de los diez años ya empecé a escribir, por lo que llevo en total unos setenta años haciéndolo”. Todo un referente y orgullo para su querido Torreperogil que lo abrazó con cariño.

entre jaén y sevilla
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La capital andaluza fue destino para Fernández en 1947, donde cursó sus estudios de Derecho en su juventud. Permaneció en Sevilla hasta el año 1977, cuando regresa a Jaén para ejercer la abogacía. Podría decirse que encuentra en la capital sevillana una fuente más de inspiración. Y es que, la trilogía Urbana se emplaza en Sevilla. Su cierre aún está por llegar, tal y como precisa. Su cuarto poemario, El libro de las preguntas, también se presentó en una ciudad que acogió a un jovencísimo Fernández que acabaría siendo abogado y no cesaría de escribir por puro amor.