—Presenta su segundo poemario, Cereza en el invierno, ¿qué va a encontrar en él el lector?

—A mí misma. Mi personalidad es lo que marca la línea de los escritos, por tanto sigue la misma línea que El vértigo de la libélula, pero con otra temática.

—La obra lleva unos meses en la calle, ¿qué acogida está teniendo hasta el momento?

—Sinceramente, no sabía si iba a gustar o no, pero está teniendo muy buena acogida. Aunque llevo muchos años escribiendo, no fue hasta hace tres años que di el paso de publicar, y siempre hay un cierto vértigo por ver si el lector conecta con los escritos, sobre todo porque el primero tuvo muy buena acogida.

—¿Puede adelantar algo al lector de lo que esconde el poemario?

—En esta ocasión me he querido centrar en el mundo de la cultura y la agricultura del cerezo, como se puede desprender del título. Hay muchos poemas que nombran la historia y el origen del cerezo, es algo que quise trabajar mucho antes de escribirlo. El poemario está dividido en cuatro partes, cada una corresponde con una estación del año: el invierno se llama Cenescencia, que es el nombre por el que los agricultores dan a la llegada de esta época del año, cuando el cerezo realiza una especie de hibernación; el otoño se llama Letargo y así he querido ir relacionando todo, versos, títulos, nombres y muchas palabras de dentro de los poemas con el mundo del cerezo.

—¿Por qué el cerezo?

—Lo considero un árbol muy fuerte que con el paso de los años ha sido capaz de adaptarse a los cambios de clima, pero a su vez muestra una gran belleza cuando florece y tiene una etapa de maduración con un fruto muy atractivo y sugerente.

—¿Hace un símil del recorrido del árbol con la vida?

—El mensaje que quiero transmitir es que, a pesar de todos los inviernos que podamos tener en la vida, si queremos, le podemos poner un toque de color, que es la cereza, aunque sea invierno. Es la esperanza de poner alegría a lo que menos nos gusta.

—En la presentación del viernes, estará muy bien acompañada.

—La presentación correrá a cargo de José María Lopera, poeta humanista nacido en Jaén, en La Bobadilla y que viene porque me tiene mucho cariño, aunque tengo que confesar que si publiqué mi primer libro fue por él y tengo que agradecérselo. A mí es algo que no me parecía necesario, aunque llevo muchos años escribiendo poesía y aparezco en más de 200 antologías, pero no quería hacerlo en solitario. Él me empujó a hacerlo y, de hecho, este iba a ser mi primer libro, pero por diversas circunstancias, en ese momento, no podría hacerme el prólogo, por lo que al final se publicó el otro antes. Es un honor que alguien con su trayectoria se ofreciera a estar en la presentación que tendremos este viernes en el Salón Mudéjar del Palacio del Condestable Iranzo a las 19:30 horas, donde leerá un poema que me ha hecho con su técnica loperana, que es una métrica particular. También tendré la suerte de contar con la presencia de Lidia López, que es mi editora y viene desde Madrid para la presentación, y el poeta Paco Mateos, que fue quien me hizo el prólogo de El vértigo de la libélula y ayudará en la presentación. Por último, para cerrar al acto, los músicos Juan Aguilera, al violonchelo, y Juanele, a la voz y guitarra, interpretarán un poema mío del anterior libro. Juan es una eminencia y tuve la suerte de que fuera alumno mío durante cuatro años en un centro infantil hace años, por lo que es muy emocionante ver hasta dónde ha llegado gracias a su trabajo y su arte. Va a ser un día muy especial, sobre todo, por quienes me van a acompañar y por poder presentar el libro en mi ciudad.