“Busco la complicidad del lector”

Juan Ramírez

07 ene 2020 / 11:44 H.
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—¿Qué van a poder descubrir los lectores de Sedienta Noche?

—Borges dijo que en la prosa el lector espera información y razonamientos y, en cambio, el que lee una página en verso sabe que tiene que emocionarse. Yo, humildemente, quizá desee algo más que emoción. Espero que mis poemas puedan responder a dudas e inquietudes del lector. Busco su complicidad, entendernos los dos en este mundo tan complejo a través del poema. La poesía es la búsqueda de ese yo personal que convive inevitablemente con otros muchos en circunstancias no siempre favorables. De ahí su valor como despertador de las conciencias. En el caso concreto de este libro, Sedienta Noche, esa propia noche, amplia y eterna, es el escenario.

—Jaén es protagonista.

—Llevo Jaén grabado en mi cuerpo y se extiende, evidentemente, a todo mi trabajo literario. En este libro aparece Jaén, pero ha aparecido en todos los editados anteriormente y, principalmente, en la novela Volver a Geen que se desarrolla en lugares emblemáticos de la ciudad. Algunos existen todavía, otros, desgraciadamente, han desaparecido. Jaén es una parte importante de mi vida. Aquí nací en medio de una postguerra que se alargaba demasiado; la escuela con maestros de palmeta y mano dura, el Instituto y la Formación del Espíritu Nacional; la soledad de las tardes en la ventana de mi casa; las noches de tormenta escuchando la voz de vendedor de hojaldres, y ya, al amanecer, los gritos de aquel enigmático hombre gritando “Diario JAÉN, Diario JAÉN...”. Colgados de su brazo un montón de periódicos por vender.

—¿Qué le inspira la ciudad?

—La convivencia de sus luces y sus sombras. Su medición lenta y desesperada de los tiempos. Me inspira y me irrita su paciencia para los cambios, su conformidad, sus ojos casi siempre dormitando y esa belleza serena que irradia su casco antiguo, tan poco cuidado por otra parte.

—Insiste en su decisión de alejarse de modas. ¿Por qué?

—No me interesan en absoluto todas las “parafernalias” que rodean al mundo literario. Mi escritura es virgen y la entrego a los lectores sin intermediarios. Toda sociedad, al parecer, necesita líderes. También en el campo de la cultura y, por extensión de la literatura, y ahí se arriman muchos cobijados bajo los logotipos del poder de turno.

—Su obra se caracteriza por la “denuncia de una sociedad podrida y la defensa del amor”. ¿Qué peso ocupa cada elemento?

—El amor, imprescindible lucha desesperadamente por encontrar su sitio en una sociedad como la actual que está podrida por arriba y adormilada por abajo. Quizá esta sea la enésima victoria del neocapitalismo. Pero es una realidad. ¿Cómo puede entenderse que partidos políticos que han sido condenados por corrupción continúen siendo votados por millones de personas? Algo no encaja, chirría. Ahí me desespero. No ya por la conocida corrupción sino por la falta de una respuesta firme de la ciudadanía.

—¿Qué opina de la sociedad?

—¿Sinceramente? Que espero que ya haya nacido la mujer o el hombre que la despierte de su letargo.

—¿Qué otros proyectos tiene?

—Ahora estoy corrigiendo mi primera novela, La nube verde, que se merece una segunda edición más digna que la primera. Se publicó en el año 1998. Y, en otro lado de mi mesa, duermen algunos poemas. Ahí conviven durante quizá años.

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