“Textos azules” o la inmadurez del amor

Recital con la autora, el viernes, en el restaurante Lizaderas

05 abr 2022 / 20:07 H.
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Son cinco años sin el referente de Gata Cattana en escena y gracias a espíritus como el de Carmen María Sánchez Morillas, alias Gata Sánchez, sigue con vida como origen de inspiración. La escritora jiennense, profesora del Departamento de Filología Española en la Universidad de Jaén (UJA), publicó el pasado febrero Textos Azules, una serie de poemas que beben sin esconderse de Rubén Darío y en los que se trata el amor desde la perspectiva adulta. Este viernes, la obra protagoniza un recital que se celebra, a partir de las 20:00 horas, en el restaurante Lizaderas, en Jaén capital.

“Metafóricamente, mi poesía es más densa que cuando empecé”

—Se llama Carmen María Sánchez Morillas, pero firma como Gata Sánchez, ¿por qué razón?

—Es una especie de homenaje a la poeta, cantante y rapera Gata Cattana, ya fallecida, pero también por la simbología que tienen los gatos o el juego que da la palabra en América Latina. Mis allegados me dieron la idea de que lo utilizara como seudónimo, pero que fuera Gata Sánchez, que queda más de casa. Fue un conjunto de cosas.

—Su estreno en el campo poético fue con Paraíso de las cosas. ¿Cómo ha evolucionado como escritora cuando se cumplen dos años de su publicación?

Paraíso de las cosas tiene dos partes porque, como nos pasa a todos los escritores, o escritorzuelos, siempre que empezamos tenemos una primera etapa. La primera parte de la obra está compuesta de poemas de mis veinticinco, veintiséis, veintisiete años... Los de la segunda fueron escritos durante la pandemia. Después de ese escribí Textos Azules, donde se ve una evolución al tratarse de una poesía metafóricamente más densa.

—En la obra habla del amor desde una perspectiva adulta...

—Va en contra de ese amor adolescente, que es fluido o líquido y que se consume mucho en las redes sociales, el amor, las relaciones rápidas... El libro puede leerse desde dos perspectivas: la de dos personas adultas que se enamoran o reenamoran o desde el camino de la intimidad del poeta que se reencuentra con el amor por la poesía.

—¿Es mejor o peor? Porque el amor juvenil también es bonito.

—Es bonito, pero en redes sociales se dan tópicos sobre el amor adolescente que se replican cuando uno tiene cuarenta o cincuenta años, lo que desemboca en un proceso de incomunicación con la otra persona. La gente se siente frustrada al no poder comunicarse porque en muchas relaciones adultas no existe compromiso con el otro.

—En Textos Azules hay una herencia clara, que además no se oculta, de Rubén Darío, en concreto de su obra Azul (1888). ¿Es el poeta uno de sus referentes?

—Es una referencia continuada en mi poesía, lo mismo que es Lorca, Buero Vallejo o, en teatro, Valle Inclán, además de Las Sinsombrero. Me nutro del modernismo, de la poesía hispanoamericana, de la Generación del 98 y de la del 27, tanto de ellas como de ellos.

—Son autores cuyos escritos, a pesar de ser de otra época, son perfectamente aplicables a hoy.

—Perfectamente. De hecho, me identifico más con la cultura tradicional, con poetas del tipo Luis García Montero, autores que han bebido de esas fuentes y están presentes. Rechazo mucho el movimiento poético ‘influencer’ encarnado en ejemplos como Elvira Sastre o Marwán. Pertenezco a un grupo de poetas que es la parte totalmente contraria a eso.

—¿Alguna obra más en poesía?

—Sí, pero no publicadas. Tengo dos más que están en el cajón. Hace poco terminé Corazón de metro, que tiene forma teatral, y el otro es Caos febril, que recoge una poesía de corte intelectual.

—En el ámbito académico si cuenta con más publicaciones...

—Actualmente trabajo en la Universidad de Jaén (UJA), en el departamento de Filología Española, y tengo más de treinta capítulos de libros, veintitantos artículos y libros académicos los que quiera (risas).

—¿Es complicado compaginar lo académico con la literatura?

—Sí y no porque intento que parte de lo que hago, lo que investigo, revierta en los dos campos comunicantes. Nunca pierdo el tiempo.

—El viernes tiene recital poético con Textos Azules en el restaurante Lizaderas, ¿cómo lo afronta?

—Con ilusión. No es lo mismo hablar para mis alumnos en una conferencia que estar cara a cara con la gente, será mucho más cercano. Muchas de las personas que leen son poetas, compañeros y amigos míos. Tengo muchas ganas.

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