Sabina, orgulloso de “su” Úbeda, un “victorino díficil de torear”

Cálido recibimiento al músico y García Montero en San Lorenzo

08 sep 2016 / 12:15 H.

Nada más verlo aparecer, público en pie para recibirlo. En el escenario, junto a él, el poeta Luis García Montero y el escritor Luis Foronda, que presentó el acto. Disculpó este a Felipe Benítez Reyes, que finalmente no pudo estar en esta tertulia poética. “Luis García Montero es el mayor representante de la poesía, el que mantiene a flote a sus amantes”, resaltó Foronda. Y añadió: “García Montero observa el mundo, sabe cómo somos, respira el aire que respiramos y no se esconde”.

Y comenzó la tertulia al tomar la palabra el de Úbeda: “Cada año yo quiero ir desapareciendo de este festival a medida que esta congregación o feligresía que es San Lorenzo vaya creciendo, pero no podía perderme el inmenso lujo y honor de ver la iglesia llena para escuchar el milagro de la poesía de Luis”. Arrancó su presentación del granadino, no sin antes soltar una de las suyas: “Estoy aquí para dar fe ante jueces y enterradores y malos periodistas amarillos que estoy vivo y he pasado el verano en Rota y no en una losa en un castillo en lo alto de un acantilado de Lima”.

Contó, después, que andaba el año 78 o 79 cuando se tropezó un día con Luis en Granada, cuando “a los amigos les asustaba su precocidad literaria porque no paraba de escribir sobre cosas imposibles de haber sido vividas por él, por su juventud” y que ahora, cuarenta años después, “no ha dejado de seguirle ni un solo día como poeta hecho y derecho que es”.

Y antes de dejar a su amigo solo “ante los victorinos”, se confesó: “Quiero que sepan que en los últimos años estoy cada vez más orgulloso de la gente de mi pueblo”. Tal y como lo anunció lo hizo. Dejó a García Montero en el escenario y se retiró a la sacristía. Antes de entrar en materia, el poeta “tranquilizó” a los sabineros: “Se ha comprometido a leer algunas de las nuevas canciones del próximo disco antes del final”. Y cumpliría su palabra para regalar a sus paisanos un uno de los momentos más especiales de la noche. Pero antes quedaba la cita con la poesía del granadino, que definió a su amigo así: “Joaquín es alfarero de su pueblo, artesano, más que un iluminado. Ha hecho de su oficio una forma de rebeldía”. También leyó el soneto que le dedicó después de leer el poemario Ciento volando de catorce, que él mismo prologó, y que tituló Mon frère.

Llegaron, después, las anécdotas, como la impaciente espera de Sabina de una pajarera de la que se prendó mientras que trabajaba con Serrat este verano. Y es que, como contó García Montero, el de Úbeda ha heredado de Neruda el genio y el amor por las cosas. De hecho, es un enamoradizo coleccionista. Contó el poeta que todas las conversaciones al llegar a casa de Sabina comienzan con el inventario de nuevas cosas que ha conseguido. Y entre sus “joyas” están una primera edición del Ulises, de Joyce, y un manuscrito de Lorca.

“Estoy emocionado, no esperaba estas cosas de mi pueblo y esto se debe a un grupo apostólico y ejemplar que se llama Peor para el sol”, reconoció, de nuevo. Y añadió: “Yo huyo de los representantes políticos pero es la primera que vez que encuentro una alcaldesa normal con la que se puede hablar”. Y antes de despedirse, lo que había prometido: el adelanto de su nuevo disco. “Quería ser un mentiroso al que no le gusta nada mentir pero la verdad es que tengo 67 años y el centro de mis preocupaciones ahora es envejecer”, reconoció y adelantó que, por eso, las canciones estarán centradas, en vez del amor, en esta época. “Es un orgullo y una obligación leer un par de letras de mi nuevo disco en mi pueblo pero no la manden al Youtube que mi discográfica me jode”, bromeó. Y recitó y hasta cantó, el regalo que se queda para siempre entre Joaquín y sus queridos paisanos.