“Réquiem” entre ovaciones

Concha Velasco triunfa con su obra “El Funeral” en la capital jiennense

29 sep 2019 / 16:26 H.

La vida, a veces, sigue después de la muerte. Al menos una parte de ella. De esta manera arranca la obra “El Funeral”, una representación en la que Concha Velasco interpreta a Lucrecia Conti, una de las artistas más conocidas de España pero que, lamentablemente, acaba de fallecer. En ese momento, las autoridades deciden habilitar un teatro para que el público pueda despedirse de su artista. En este caso, el elegido es el Infanta Leonor que vela el cuerpo de la artista.

La estampa era sobrecogedora al llegar hasta el lugar. Un ataúd, dos coronas y varias flores era lo único que necesitaba el escenario para que el público se despidiese de Lucrecia Conti. Los jiennenses aprovecharon para acudir y dar su merecido homenaje a la actriz. Muchos se posaron junto al féretro, mientras otros firmaron en el libro de recuerdos dedicado para la especial ocasión. Sus nietas, visiblemente afectadas, atendían a los asistentes y comentaban anécdotas de su abuela y de su familia. De repente, comenzaron a leer una carta de Lucrecia Conti y, algo raro comenzaba a tener lugar en el escenario. Esa nota la leían ambas nietas, pero se escuchaba de forma clara la voz de la actriz, pero no era algo posible, o sí, puesto que, segundos después, la luz del escenario se apagó, los truenos empezaron a escucharse y, entonces, algo sorprendente, entre mágico e imposible, sucedió. El fantasma de Lucrecia Conti apareció y cerró las puertas del teatro decidida a dar su último espectáculo sobre el escenario y cerrar todas las historias pendientes antes de fallecer. Una manera de que la actriz se despida tal y como ella decide, antes de aferrarse a la muerte.

Además, no solo el público del teatro se mostró atónito, puesto que Lucrecia Conti aprovecha la ocasión para dar a conocer a los medios de comunicación su regreso de entre los muertos esperando volver a la primera línea de la escena, y que el resto del mundo se entere de la especial noticia antes de morir para siempre.

Sin embargo, nadie deseaba eso durante el transcurso de la obra, la soberbia interpretación de Concha Velasco gustó a los allí presentes, que aplaudieron su buen hacer. Así, lo que comienza como una velada en la que decir adiós al personaje interpretado por Concha Velasco a través de profundos homenajes, a mitad de camino se convierte en una alocada comedia en la que los espectadores forman parte vital del espectáculo. Todos los asistentes al velatorio, entre los que se encontraba el público, tuvieron un papel relevante en la cita. Una obra que rompe con todos los esquemas, por lo que invita a los allí presentes a participar en los sucesos que tienen lugar durante el velatorio.

“Hemos intentado hacer una obra interactiva para que el público disfrute y participe durante la función. Son un personaje más dentro de lo que sucede en las paredes de ese lugar, de hecho, el patio de butacas también es parte central de la obra”, sostiene Manuel Velasco, hijo de la actriz y artífice de esta alocada idea. Dicho y hecho, los asistentes sabían de sobra que formaban parte de los papeles principales de la obra y decidieron jugar con Concha Velasco, con sus sorprendentes ideas y durante toda al noche la risa se fue contagiosa escena tras escena.

De esta manera lo sobrenatural aterrizó en la capital, se hizo patente y la ciudad solo tuvo palabras para ella, para confirmar, una vez más, el cariño que toda España tiene a una de las actrices más importantes de la historia del teatro y el cine y que estaba deseando llegar a la capital. Todo el mundo deseaba que pasase, que llegase al escenario y cuando Concha Velasco apareció en escena el público no paró de aplaudir. La actriz dio la bienvenida a todos, les hizo reverencias y dio las gracias por querer ir a darle su último adiós, no sin antes arreglar todos sus asuntos y, también, poder despedirse del escenario tal y como ella quería.

Una obra en la que se referencia la importancia de Concha Velasco dentro de la escena cinematográfica y teatral del país, en la que se pasa del primer impacto de lo fantasmagórico y lúgubre a la carcajada y donde la actriz se movió como pez en el agua y demostró las razones por las que el escenario se ilumina tras ella.