Reflejos en la arena

09 dic 2015 / 19:06 H.

La expresión teatral de la danza dejó en La Merced un cálido sabor a poesía visual, en el que la luz y el componente humano se convierten en ingredientes principales. Un argumento hilado por los movimientos del cuerpo pone a siete personajes en el camino de la incertidumbre. La tragedia de la inmigración narrada desde coreografías ideadas para exponer el desgarro, la injusticia, la enajenación, la tristeza o la alegría de vidas empujadas a modificar, por diversas razones, la historia que han escrito bajo la garantía, ahora perdida, de un hogar, un origen. Todo en esta creación escénica empuja a una visión poética desde el prisma de la extrapolación argumental. La desgracia humana expuesta bajo un conjunto de condiciones artísticas que conducen hacia un fluir creativo, hacia una forma plástica de entender los seres perdidos como una experiencia que genera belleza desgarrada. La travesía de un grupo de seres humanos, empujados a vivir experiencias paralelas, se convierte en un susurro a oídos de la sociedad acomodada. Un susurro en el que caben la envidia, la desconfianza, la complicidad, la traición en el reducido espacio que otorga la supervivencia. En el desierto asistimos a la exposición de dramas cotidianos en cuyo interior se generan nuevos dramas, realidades capaces de destruir la integridad de los individuos que olvidan el respeto necesario al grupo, cuando los sentidos primarios vencen a la lógica y a la moral presuntamente necesarias. En el desierto es un conjunto de emociones empujadas por la danza, un equilibrio necesario entre el movimiento y la vivencia interior. Danza como vehículo motor, articulada en coreografías perfectas en su sincronización y en su lenguaje expresivo. Danza que juega con los elementos endémicos del teatro como la luz y la oscuridad, el atrezzo y los movimientos de escena, el texto y la voz que le acerca la vida. Todo el conjunto que nutre el argumento de En el desierto ha sido desarrollado para dar pie a una obra poética en su concepto. El equilibrio entre la creación coreográfica y la dirección escénica, entre la danza y el teatro y la asimilación de elementos de una y otra disciplina, lleva a una creativa, artística y original visión de situaciones humanas, cotidianas por desgracia y costumbre, pero que siguen llamando la atención sobre la injusticia social de grandes grupos humanos.