Luz sobre Pedro Rodríguez de la Torre

La UJA expone tres lienzos del pintor jiennense más destacado del siglo XIX

16 dic 2015 / 09:21 H.

Todo lo dicho viene a cuento de recordar hoy el nombre, y de honrar, no tanto como se merece, la memoria de un artista, humildísimo por su nativa condición y por su carácter, insigne por su sobresaliente labor, hijo de Jaén, para gloria nuestra, y desaparecido del mundo, por desdicha, pocos meses ha”. Hace justo cien años Manuel Montero Garzón publicaba en la revista “Don Lope de Sosa” estas emotivas palabras en coincidencia con la muerte del pintor Pedro Rodríguez de la Torre; ahora, un siglo después, la Universidad de Jaén retoma esta despedida para recuperar la figura del pintor jiennense más destacado del siglo XIX. La institución lo hace con la exposición de La Sagrada Familia, El Río y La Leñadora, tres lienzos del artista procedentes de colecciones privadas, dentro del proyecto “La Obra Invitada”. Precisamente, los propietarios y herederos de la obra Manuel Barranco y Ana Códex estuvieron presentes en la inauguración de esta muestra, que presentó el rector, Juan Gómez, en la Antigua Escuela de Magisterio. “Con este proyecto pretendemos poner el foco, cada cierto tiempo, en algunas piezas de nuestro patrimonio y sacarlas a la luz”, explicó.

La apuesta por la recuperación y difusión del legado del pintor continuará, tras la muestra de estas tres obras —que permanecerá abierta hasta el 5 de febrero— con una gran exposición que la UJA organiza para el próximo año, probablemente, durante la primavera.

“Estas tres obras, muy diferentes entre sí, constatan la maestría y riqueza de Pedro Rodríguez de la Torre, un jiennense que recogió la esencia de su tierra en su producción y desempeñó un papel clave en la pintura del siglo XIX español”, destaca María del Mar Rodríguez, perteneciente al área de Historia del Arte, de la Universidad de Jaén. El estilo de su pintura se circunscribe, fundamentalmente, dentro de la corriente romántica andaluza en su vertiente más costumbrista. Su técnica, además, se caracteriza por un marcado academicismo que muestra una pintura muy acabada, con especial atención al dibujo y al detalle. De hecho, desde muy joven, las grandes capacidades que mostraba para la pintura le posibilitaron la obtención de una de las ansiadas pensiones artísticas de la Diputación de Jaén, con el objetivo de completar su aprendizaje en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de la Real Academia de San Fernando de Madrid, centro capital del arte español en la segunda mitad del siglo XIX. Tras una exitosa estancia en Madrid y después de pasar por Roma, Pedro Rodríguez volvió a su Jaén natal, donde trabajó activamente en el desarrollo cultural de la ciudad. Desde 1882 fue profesor de la escuela de dibujo de la Real Sociedad Económica de Amigos del País y después pasó a Cádiz, Palma de Mallorca y Zaragoza, donde falleció hace ahora un siglo.