Éxtasis de una marea de melómanos

El Niño Erizo, Melifluo, Napoleón Solo, La Casa Azul y Dorian hicieron bailar sin descanso

06 oct 2019 / 19:15 H.

No tenía pérdida. Desde mediada la tarde, el Ifeja desprendía por sus cuatro costados un clamor para disfrutar de la música sin ataduras, sin arquetipos y poseída de un espíritu libre como el viento. Las seis de la tarde fue la hora en la que encumbró el tiempo de espera. Y es que el público ávido del mejor indie y música alternativa se congregó en torno al escenario del pabellón semicubierto de Ifeja. Aún parecían resonar los acordes de las crujientes guitarras eléctricas que invocaron al espíritu más rockero en un festival de tributos a las leyendas del rock. Si bien, quienes se dieron cita con Jaén Indie Fest, fueron prestos y dispuestos a cambiar de registro. Un giro de 180 grados. Un cambio de púas rockeras por las de un “pequeño erizo” que tomó el escenario para hacerlo suyo. El primer grupo de la noche suscitó todo tipo de emociones a quienes a sus pies esperaban con ansia su actuación. La primera de la noche, la primera que El Niño Erizo brindaría. El público cayó a sus brazos, los cuales estaban completamente abiertos a acoger a toda persona. Y es que el Niño Erizo recaló al Ifeja trayendo consigo su Abrazos Tour. Temas musicales como El problema se resuelve con abrazos o Simetrías en el espacio reverberaron entre los jiennenses que seguían al ritmo de palmas y saltos si descanso a la banda encargada de dar el “pistoletazo de salida” al festival.

La oleada de melómanos no amainó en intensidad, al contrario, cada vez más amantes de la música alternativa fueron llegando para quedar inmersos en el encanto de las sonoridades y ritmos emitidos. La banda encargada de recoger el testigo fue Melifluo. Una puesta en escena sobrecogedora, en la que tan solo un noble dúo sonó como una banda de siete miembros. Su juego con los ritmos y movimientos hicieron las delicias durante la puesta de largo de los canciones que integran su primer EP, Cuatro Caminos. También en una gira se encuentran los hermanos Juanca y Gómez. Eso sí, con ilusión ingente subieron al escenario del que fue el primer festival de Melifluo. El primero de muchos, puesto que ya el dúo se encuentra cerrando fechas que le llevará desde enero hasta la época de festivales. Con una energía desbordante Melifluo se comió el escenario y consiguió llegar hasta lo más hondo de su entregado público. Dos bandas ya habían dado lo mejor de sí. No obstante, aún quedaron tres bandas con las que soñar despierto. Napoleón Solo se hizo pronto con el público. Lo animó con desenfreno a bailar y a acompañar a sus temas musicales. Napoleón Solo que, sin conseguir hacer gala con su nombre, desde luego no consiguió ni un ápice verse en la soledad. El grupo “ecuador” se despidió con un fin de fiestas “movidito”, de aquellos en los que siempre se desea formar parte de ellos hasta que el cuerpo aguante. Tras su despedida, las luces se apagaron y dieron paso a un “alto” para hacer cambios en el escenario. Los locos amantes del indie continuaron de “fiesta”, aunque aún no había hecho acto de presencia la siguiente banda. Algunos, incluso, bailaron aun manteniéndose ausente la música. Aquella fue muestra irrefutable del espíritu “fiestero” que se hizo por completo de los tantos corazones palpitantes y deseosos de continuar. El pulso se disparó cuando el cuarto grupo subió a las tablas. Oscuridad absoluta del escenario, coronado a sus espaldas por una pantalla que comenzó a irradiar luz. De repente, focos destellantes aumentaron el ritmo de los músicos a los que iluminaron. Los integrantes de La Casa Azul hicieron lo propio. Y es que su puesta en escena y “buen rollismo” no pudieron pasarse por alto. Fueron muchos los rostros que reflejaban una admiración profusa a una banda referente de la música indie. Bailes, cantos y brazos al cielo sin freno. Seguramente algunas gargantas se vean esta mañana desprovistas de voz.

La ocasión lo mereció. Se intuía ya el fin del festival, aunque no por ello aminoraron las energías. El broche de oro estaba por ofrecer lo mejor. Prometía ser un auténtico fin de fiestas del Jaén Indie Fest. Así fue la banda barcelonesa Dorian. Sus cinco integrantes se dieron un auténtico baño de gloria tras sus primeros acordes emitidos. El público entero se rindió a los pies de la cabeza de cartel de la cita con la mejor música alternativa. Así fue Jaén Indie Fest, una auténtica delicia para una marea ferviente de melómanos.