“Es un recorrido espeluznante”

Luis Miguel Sánchez Tostado publica su libro número 36

12 mar 2021 / 13:19 H.
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Es consciente de que lo que relata en esas casi seiscientas páginas que componen La Transición oculta no es plato de buen gusto. Luz y taquígrafos en una apasionante investigación de tres años que, en forma de ensayo, atrapa al lector desde la primera hasta la única línea. No hay un párrafo que tenga desperdicio. Los grandes y los pequeños acontecimientos que ocurrieron en aquel periodo “oscuro” de España se convierten en la literatura de la verdad, esa que duele cuando hay quienes intentan silenciarla. El afamado historiador y criminólogo Luis Miguel Sánchez Tostado habla, a las claras, de las sombras de un periodo que marcó un antes un después, en el que hubo torturas, muertes y demasiadas injusticias. Es su libro número 36, una auténtica obra de arte que, sin embargo, no es para enmarcarla. Hay que leer y disfrutar.

—¿Qué encontrará el lector en La Transición oculta?

—Un recorrido espeluznante por las sombras de la transición, porque durante cuarenta años nos han hablado solo de las luces, nos han vendido un modelo pacífico y modélico que no fue así, porque no se puede considerar una etapa pacífica con mil muertos por motivos políticos, tres mil acciones violentas, seis intentonas golpistas, miles de encarcelados, intentos de tortura... Eso no puede ser pacífico, mucho menos modélico, cuando se hizo gala de las guerras sucias, de las mafias policiales o de la impunidad de la ultraderecha con jueces prevaricadores que los protegían. Lo que se van a encontrar es, precisamente, lo que dice el título, una transición oculta que nos ocultaron.

—¿Es una historia jamás contada?

—Es una historia de episodios unos conocidos sobre lo que se ha profundizado en aspectos que no se dijeron, otros muy pocos conocidos y otros que no se conocían en absoluto. Hay capítulos de los que nadie ha hablado.

—¿Por ejemplo?

—Las famosas listas de sangre, que salpican al PSOE, que se publicaron en la revista “Actual” en 1982 con tres mil nombres, clasificados por provincias, de personas que iban a ser asesinadas. Dijeron que había sido confeccionada por una organización ultraderechista llamada “Milicias populares patrióticas”, por el periodista Mario Bruno. Yo descubro que esas listas fueron copiadas a mano de las candidaturas de 1977, que Mario Bruno y “Milicias populares patrióticas” no existen y que esa revista era del PSOE y que la había comprado dos meses antes. Entrevisto en Madrid y en Barcelona a periodistas que trabajaron en esa publicación y me confirman lo que sospechaba, que las listas salieron de Ferraz y que se trataba de un montaje para usar en la campaña electoral de 1982. Este es un capítulo que nadie conocía, porque esas listas se han dado siempre por auténticas en diversas investigaciones. Es una de las muchas mentiras que encierra la transición, pero no solo se habla de esto, sino de muchas cosas.

—También hay serias alusiones al Rey Juan Carlos I...

—Sí, aparece el pronto enriquecimiento obsesivo del Rey, su participación en la operación armada, la cantidad de indicios que le implican, que son abrumadores... En fin, se hace un recorrido por casos espeluznantes, otros misteriosos, como el asalto al Banco Central, de grandes muertes, de las cloacas del Estado, de la guerra sucia, de la mafia policial y, por supuesto, de las seis intentonas golpistas. También se habla de la destrucción de documentos masiva, el secretismo oficial, la inmunidad de la Ley de Amnistía que ha permitido que 150.000 víctimas del franquismo todavía estén en una fosa común y de la Ley Electoral, ideada en 1977 para que la derecha ganara las elecciones aplicando los famosos métodos correctores de la Ley D’Hont para que la España de interior tuviera mayor representación, que era el feudo de la derecha. Son muchos temas, los 178 muertos por fuerzas del orden público, las torturas... Estamos hablando de una etapa muy oscura.

—¿Qué le parece que, ahora, se hable de la conducta ejemplar del Rey emérito en aquel periodo?

—No lo puedo entender. El 23F es una de las páginas más oscuras y contradictorias de la Transición y este libro demuestra que la operación armada estaba organizada, meses atrás, por los servicios secretos con pleno conocimiento de Don Juan Carlos. Hubo reuniones, al máximo nivel, porque lo que querían no era un golpe de Estado, sino derrotar al Gobierno de Adolfo Suárez para proponer en las Cortes un núcleo de concentración nacional presidido por alguien de máxima confianza del Rey, Alfonso Armada, y de vicepresidente, curiosamente, Felipe González. Lo que pasa es que esa lista de 19 candidatos, cuando Armada se presentó la noche del 23-F y Tejero vio que había cuatro socialistas y dos comunistas, dijo que de eso nada y desbarató la operación armada. Ese es el motivo por el que el Rey esperó hasta última hora, vio que fracasó, tuvo que desconvocar y quedó como el salvador de la democracia. Se agotan los indicios en un libro que va a impactar. Hay personajes que cometieron verdaderas atrocidades y que han quedado como los héroes que trajeron la democracia a España.

—¿Y quiénes fueron los héroes?

—Para mí, el pueblo, el movimiento ciudadano, estudiantil y obrero, que fue el que padeció los rigores de la represión, las torturas y la muerte, porque muchas de las decisiones que se tomaron relacionadas con los derechos y libertades se tomaron al albur de la presión social.

—Desmitifica el carácter modélico y ejemplar de este periodo clave de la Historia de España. ¿Es un ejercicio de justicia?

—Claro, con la mentira no se hace justicia, las medias verdades no sirven. Dicen que la Transición tiene sus luces y sus sombras, pero este libro se centra en las sombras, va de lo que no nos contaron y todavía no lo sabemos todo porque han hecho desaparecer pruebas que incriminan al Rey, como las 125 horas de grabación en el Congreso. El único mérito que atribuyo a esta etapa es haber conseguido frenar al Ejército en su insistencia golpista, una labor importante, pero que estuvieron hasta 1985.

—¿Su libro deja claro lo que había detrás de los discursos considerados oficiales?

—Claro, si es que nos han vendido una maravilla y ellos mismos se han apuntalado como héroes. La democracia no nos la han regalado. La derecha del franquismo que modeló la Transición a su gusto sabía que tenía que establecer derechos y libertades para subirse al mercado común, que era inevitable, pero cortaron las alas a la oposición democrática, que tuvieron que tragar con imposiciones como la bandera franquista y la monarquía por narices, que no fue votada por el pueblo.

—¿Qué tiene de literatura?

—Es un ensayo, es un trabajo de investigación, pero la redacción es amena y fluida. Es impactante, no me invento nada.

—Sobre Transición se ha escribo mucho. ¿Nada como esto?

—Hay muchos libros de la Transición, con muchas suposiciones y la mayoría sin demostrar nada. Siempre que ha salido un investigador o un historiador con un libro de este tipo han intentado, de una manera u otra, silenciarlo e, incluso, han recibido querellas, lo mismo que periodistas por lo mismo, por denunciar torturas, corrupción y secretos de gran valía. Espero que no se metan conmigo, de todas formas la mayoría de las denuncias se archivaron, pero sí es verdad que hay interés en que no se cambie el discurso único y oficial.

—¿Cuál será su próximo proyecto literario?

—Acabo de firmar un contrato con la editorial Almuzara para reeditar a nivel nacional una novela que hace diez años no salió de la provincia y gustó mucho. Se llamará La cuarta bestia y Elena Ortega Yáñez incluirá ilustraciones muy acertadas. Es una historia basada en hechos reales y saldrá en el mes de septiembre.

—Usted, que es un jiennense comprometido con la sociedad, ¿cómo ve la provincia y el cambio de actitud de los ciudadanos?

—A mí me duele Jaén una barbaridad, lo llevo por bandera en todos los sitios, en todos los premios literarios, es una madre maltratada, como aquellas mujeres ninguneadas, por lo que hay que luchar, porque es insultante la cantidad de ocasiones en las que se desprecia a Jaén. Lo que pasa es que hemos sido tan inconformistas que los catalanes o los vascos echándose a la calle han conseguido mucho más que los jiennenses. Ya era hora de decir “Hasta aquí”.

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