Los Pizarrines, el ritmo de cada festejo

La agrupación recorre la provincia para poner música a cada celebración

18 ago 2025 / 07:00 H.
Ver comentarios

LA ENTREVISTA

Santiago Moya Alguacil es uno de los integrantes de Los Pizarrines de La Puerta de Segura, la banda sonora que trabaja para poner ritmo, alegría y emoción en cada fiesta, procesión o romería de la Sierra de Segura. La charanga nació en el año 2004, este grupo de músicos ha recorrido durante más de dos décadas calles y plazas, acompañando a vecinos y visitantes en pasacalles, encierros, bodas, despedidas, procesiones y todo tipo de celebraciones. Con su mezcla de tradición y frescura —desde pasodobles y dianas hasta ritmos funky o reguetón—, han logrado convertirse en una parte muy esencial del ambiente festivo de la comarca y de muchos otros rincones donde los llaman.

Este verano, Los Pizarrines ya han llevado su música a lugares jiennenses como Santiago de la Espada, La Loma, Los Llanos, Pontones, La Toba y Orcera, entre muchos otros.

—¿Cómo surge la charanga Los Pizarrines?

—Nosotros nos juntamos en el año 2004, llevamos ya 21 años. Éramos un grupo de gente de Génave y, como aquí también había una pequeña banda en La Puerta de Segura, nos juntamos unos cuantos y ahí fue cuando nació Los Pizarrines de la Puerta de Segura. Desde entonces hemos intentado mejorar: en lo musical, en la imagen, en la ropa, en los instrumentos... Poco a poco, en todos los aspectos.

—¿Qué significa para ustedes poder acompañar a los vecinos en las fiestas?

—Para nosotros como charanga supone una alegría enorme. Siempre intentamos hacerlo lo mejor posible y amenizar todo tipo de festejos. Lo principal para Los Pizarrines es animar a la gente y hacer que se lo pasen bien con nosotros.

—¿Cómo se preparan para un calendario tan intenso?

—Con mucho trabajo, dedicación, esfuerzo y, sobre todo, sacrificio. Detrás hay una organización que no se ve: partituras, ropa, coches, traslados... Hay que coordinarlo todo para intentar que no falle nada. Es un trabajo intenso, pero con dedicación todo se consigue.

—¿Cómo eligen el repertorio para cada ocasión?

—Durante el año hacemos ensayos más ligeros, y ya a partir de junio, cuando empiezan a salir temas nuevos, actualizamos el repertorio con unas 10-15 partituras anualmente. Retiramos las más antiguas e inmediatamente vamos incorporando otras. Desde junio ensayamos más y, personalmente, estudio todos los días. Es mucho esfuerzo, sacrificio, tiempo y dedicación.

—¿Hay algún tema que nunca puede faltar?

—Sí, hay partituras que siempre tienen que estar, como Paquito el Chocolatero, La amapola, La moto, La banda... Y, por supuesto, la música tradicional: pasodobles, dianas... Eso no se puede perder nunca porque es parte de nuestra cultura. Además, en los últimos seis o siete años hemos incorporado funky, reguetón y otros estilos similares, porque intentamos llegar siempre a todo tipo de público.

—En un calendario tan completo, ¿hay algún momento especial que os haya marcado más?

—La verdad es que todas las citas nos marcan, porque cada una tiene su esencia. Una procesión pone los vellos de punta; una fiesta taurina, una despedida de soltero, una boda... cada ocasión nos deja algo positivo y una experiencia que nos llevamos a casa. Por ejemplo, el viernes tocamos para una persona enferma una canción dedicada, y fue un momento lleno de emociones.

—¿Cómo se vive desde dentro el ambiente de las procesiones y fiestas?

—Se vive con intensidad. Nunca sabes qué te vas a encontrar, qué te van a pedir o qué emociones surgirán.

Cultura