El infranqueable Castillo de Santa Catalina

08 oct 2016 / 11:47 H.

Llegar a la capital del Santo Reino y descifrar en el horizonte la silueta del cerro y Castillo de Santa Catalina, con la Cruz roquera a un lado, es un acontecimiento sentimental que los propios celebran y a los foráneos sorprende. Sí. El alcázar cristiano, levantado sobre construcciones pretéritas, supone un paisaje íntimo tan sugestivo para los jiennenses que, incluso, moldea la memoria. En él tiene lugar la entrañable romería de la copatrona de la ciudad, que derrama desde la altura, sobre los aires y el caserío, un intenso olor de sardinas asadas. Para este “Sábado de Poesía”, el Archivo Fotográfico de Diario JAÉN rescata una vieja imagen de la fortaleza, en la que todavía son visibles algunas de las infraestructuras levantadas por los franceses en tiempos de la ocupación, las mismas que utilizarían, entre otros usos, como polvorines. Jaén se hace verso hoy para tributar su ofrenda lírica al Castillo de Santa Catalina, junto con la Catedral y la Cruz que corona el cerro, sin duda, el conjunto fortificado más emblemático de la cuna del Lagarto. Toda poesía es poca para atrapar en estrofa la belleza de este alcázar, que defiende a los jiennenses.