David Navarro: “El humor no tiene ningún límite”
El cómico jiennense estrena este sábado en el Teatro Infanta Leonor “Comecocos, ovnis y David Bowie”
LA ENTREVISTA
Es humorista pero, en contra de lo que se pueda pensar, no soltó ni siquiera una risa tímida hasta la sexta pregunta. De hecho, pocas cosas le hacen más gracia que hablar con sus amigos por el grupo de WhatsApp. Ni tiene referentes ni se considera uno de ellos. Además, avisa de que tampoco le gustan los premios. David Navarro Martos (Jaén, 1976) estrena Comecocos, ovnis y David Bowie en Jaén capital tras su preestreno en Baeza y su visita al Teatro Calderón de Madrid. Lo hará mañana, a las 21:00 horas, en el Nuevo Infanta Leonor, un espectáculo para el que todavía hay entradas disponibles. En la obra, David Navarro guiará a los asistentes a través de una historia que escribe sus primeras líneas en el Puente de la Sierra de los años 80. Todo es ciencia ficción, no obstante, no faltarán elementos cien por cien jiennenses que serán fácilmente reconocibles por el público.
—Estrena obra en Jaén capital.
—Sí. El preestreno fue el año pasado en Baeza y después se estrenó en Madrid, en el Teatro Calderón.
—¿Qué puede adelantar de Comecocos, ovnis y David Bowie?
—No es un monólogo al uso, sino que es una historia de ciencia ficción inspirada en las películas de Spielberg. Es muy de Los Goonies, E. T. o el mismo Stranger Things de ahora.
—¿Está solo sobre el escenario? ¿Hay otros elementos en escena?
—Sí, estoy yo solo. Habrá animación para que la historia de ficción pueda seguirse a través de dibujos. Hay música, con sus videoclips correspondientes, y fotografía también.
—¿Se trata de un espectáculo cómico apto para todos los públicos?
—No, no, nunca eso. Cuando es un monólogo nunca es para todos los públicos. No puede ir un niño de tres años, no. El espectáculo está dirigido a mayores de catorce años.
—¿Qué límites tiene para usted el humor? Si es que los tiene...
—En mi opinión, el humor no debe tener ningún límite. Solo hay que tener en cuenta la forma en la que se dicen las cosas, cómo se dicen, dónde y a qué se hace referencia. No es lo mismo hablar de Michael Jackson con los menores, algo que sucedió en Estados Unidos y de lo que ya hace tiempo, que de un caso de ayer que ocurriera en España. Pero bueno, en eso cada uno hace lo que quiere. El espectáculo se sale de todo a lo que nos tiene acostumbrados un monólogo, se trata de una historia para que la gente se evada de la realidad, precisamente.
“Solo hay que tener en cuenta la forma en la que se dicen las cosas”
—¿Cree que el humor es la herramienta más acertada para eso?
—Exacto, y sobre todo este espectáculo. Cuando hago monólogos sí tengo más en cuenta la actualidad, pero en este caso quería salirme de todo eso, evadirme... De hecho, está escrito durante la pandemia. Hay mucha gente que ha trabajado en él. La música, por ejemplo, es de Patxi García ALIS; las ilustraciones están a cargo de Elena Díaz y Gueli, un chaval que dibuja muy bien, y también contamos con Cristina Mediero, que es uno de los personajes de la obra. Hay que tener en cuenta que es una historia de ciencia ficción, hablamos de extraterrestres y esas cosas, no de igualdad ni de nada de eso (risas).
—Son todos ellos jiennenses, o al menos vinculados con Jaén...
—Así es. En el caso de Gueli, él está en Málaga, pero es de Jaén capital. Sus dibujos están inspirados en el anime. La historia parte del Puente de la Sierra en años los 80 y llega hasta el mismo día de la actuación, digamos que pasa por toda mi vida hasta el mismo día.
—¿Qué relaciona a David Navarro con el Puente de la Sierra?
—A mí particularmente nada, digamos que lo que yo hago sobre el escenario es contar una película.
—¿Todo lo que se verá es ficción?
—Claro. La historia comienza con una pandilla, la típica que se tenía en el Puente de la Sierra y con la que se iba al río a cazar ranas. Parte de ahí y hay elementos jiennenses porque la obra nace de Jaén. Aunque sea ciencia ficción, habrá muchas cosas de aquí y de los 80 y 90 que la gente recordará.
“La historia comienza con una pandilla, la típica que se tenía en el Puente de la Sierra y con la que se iba al río a cazar ranas”
—¿Es consumidor de humor?
—Sí, sobre todo por las redes, de compañeros, o bien en las plataformas digitales, con las series...
—¿Qué tipo de humor le hace mas gracia? ¿Con qué es con lo que no puede parar de reírse?
—Bueno... (risas). En realidad es difícil que me ría muchísimo con algo hoy en día, me refiero a la televisión y cosas de esas, pero creo que lo más sano para reírse es hablar con los amigos por los grupos de WhatsApp, en mi caso por el montón de tonterías que ponemos, se nos va la cabeza... Yo subo un vídeo, el otro lo comenta... Aunque reneguemos un poco por tener muchos, al final los grupos también son una forma de evasión.
—¿Cómo empezó? ¿Cómo fueron sus inicios en el mundillo del humor? ¿Tiene algún referente?
—Lo compaginaba con mis estudios y mi trabajo hasta que me ofrecieron ser director de Cómicos en Paramount Comedy. Ahí fue cuando lo dejé todo y me fui a Madrid para dedicarme a ello plenamente. En cuanto a los referentes... Pues no tengo ninguno. Nunca me ha gustado la palabra referente y mira que a mí me lo dicen a veces, pero yo creo que no soy referente para nadie. Esa es otra de las cosas que digo en la obra, esto es un trabajo para entretener a la gente, sea un cómico, un estrella Michelin o un escritor, da igual, no salvamos bosques, ni vidas, ni nada. Un referente es una madre, un padre o un abuelo, no un artista, hay demasiada tontería con eso.
—¿Sus fuentes de inspiración?
—Depende de lo que escriba. Para esta obra creo que Spielberg sí ha sido una fuente de inspiración, de hecho me he vuelto a tragar todas las películas. Para los monólogos, por ejemplo, me inspiro con aspectos de mi vida rutinaria, me fijo en otras cosas, sobre todo en lo que me enfada o no logro entender de la gente. En el espectáculo hay parte de monólogo, pero mi padre me decía siempre que no le contara películas y eso es precisamente lo que haré mañana (risas).
“Para los monólogos, por ejemplo, me inspiro con aspectos de mi vida rutinaria”
—¿Puede permitirse un humorista tener un mal día? ¿Cómo se trabaja en esas condiciones?
—A veces no estamos bien, pero tenemos que estarlo. En una oficina uno puede callarse o esconderse, pero ahí tienes que hacer reír a la gente, que para eso paga. Hay que dejar los problemas a un lado por un rato para después volver a la realidad. No es sencillo.