—Ante todo, enhorabuena. ¿Cómo recibió la noticia del premio? ¿Lo esperaba?

—Uno nunca espera recibir un premio de esta importancia (ríe). Es un premio con una trayectoria interesante, y cuando estás involucrada en el mundo poético lo sigues con interés todos los años. La semana pasada se hizo público el fallo para la categoría, digamos, “adulta”, y ahora estaba atenta, como lectora, para ver cuándo salía la noticia acerca de la categoría “joven”, pero como autora, ya le digo, no me esperaba ser yo la ganadora.

—Usted ha reflexionado en varias ocasiones, precisamente, sobre la idoneidad o no idoneidad de emplear la etiqueta “joven” en el ámbito literario. ¿Considera que es perjudicial o beneficiosa esa clase de categorización?

—Es curioso, existen premios nacionales de muchas categorías, pero creo que la de poesía es la única que hace esa distinción. Sobre la etiqueta “joven” ya se ha dicho todo. Por un lado, ofrece muchas oportunidades porque lo más probable es que un premio nacional, si no existiera esa clase de diferenciación, se lo llevara siempre gente ya consagrada, y luego, sin embargo, estas categorías deben tratarse con mucho tiento porque existe el riesgo de referirse a la poesía joven en calidad de promesa, de algo no completo, sino en potencia, y muchas veces eso acaba alargándose demasiado en el tiempo y va aparejado a cierta condescendencia, aunque no sea con mala intención.

—¿Uno, cuando escribe, lo hace pensando en ganar premios de este calibre o es algo secundario?

—El criterio artístico o estético siempre está por encima de todo. El premio es una cosa que, si viene, bien, y si no, también. Conseguir este tipo de premios es algo que no puedes prever, es un regalo. Es cierto que, cuando escribes, los tienes en el horizonte como vía para publicar porque se han convertido en una maquinaria de publicación bastante eficaz, con sus fallos y sus virtudes, pero eso no implica que tú te pongas a escribir siguiendo la estética predominante en un determinado concurso.

—En “Los días eternos” muestra una voz más madura que su primera obra, “El agua y la sed”. Hay un poema en concreto, “Dentro del pez”, que me gusta especialmente porque creo que refleja esa evolución en base a la búsqueda constante de una voz poética propia. ¿Me equivoco?

—Lo primero, no soy partidaria de que haya una única interpretación posible de un poema, pero sí, este en concreto es representativo de algunos de los intereses que se exploran en el libro y que tienen mucho que ver con la búsqueda intuitiva de la comprensión de distintos temas: la experiencia del tiempo, la experiencia del lenguaje, la experiencia amatoria... Su pulsión es una necesidad de poner palabras a lo que se vive pero que cuesta comprender de forma articulada. “Dentro del pez” indaga mucho en lo que es el proceso de creación y la búsqueda de formas originales de entender lo que se desliga de visiones acartonadas de las lecturas poéticas.

—En el libro usted parte de la noche oscura y pasa a la noche blanca, de los días caducos a los días eternos... ¿Es ello una alegoría del mito platónico, que, de hecho, está tan presente en toda la obra?

—Normalmente la explicación escolar del mito de la caverna se da en un sentido científico, pero como mito que es, tiene una parte literaria que permite interpretarlo de diversas formas. En el momento de mi vida en el que escribí el libro vi en ese mito muchas similitudes al proceso de búsqueda de conocimiento y comprensión del que antes hablaba: es un tira y afloja, vives en un estado en el que presupones que las cosas son como son, luego te las replanteas, luego sientes rechazo por estas nuevas ideas e intentas volver a los anteriores espacios mentales seguros, y lo ideal sería que todo eso culminara con una reconciliación, que se puedan integrar las ideas primeras y las nuevas para obtener una nueva mirada sobre las cosas.

CURRÍCULUM POÉTICO

María Elena Higueruelo es graduada en Matemáticas y estudiante de Literaturas Comparadas. Ha publicado los libros de poemas “El agua y la sed” (Hiperión, 2015), con el que obtuvo el XVIII Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal” y “Los días eternos” (Rialp, 2020). Además, forma parte de la nómina de autores incluidos en la antología “Nacer en otro tiempo” (Renacimiento, 2016) y ha colaborado en varias revistas literarias como “Piedra del Molino”, “Estación Poesía” y “Maremágnum”.