A ritmo frenético del Rock and Roll

La XX edición del Festival Frank Rock & Blues deja un recuerdo imborrable

22 ago 2019 / 11:19 H.

Lejos de menguar esa magia que se respira en Torreperogil tras veinte años de Frank Rock&blues, sigue en alza y mucho tiene que ver con ese público arraigado a sus raíces que no deja pasar por alto estos días de agosto para cada año disfrutar del festival. Tanto los lugareños como quienes proceden de un remoto lugar de España, consideran a esta cita una comunión perfecta entre bandas, buen trabajo y un ambiente excepcional. Por eso, este año tocaba hacer algo especial y jugar con distintos escenarios y formatos, dejando una huella imborrable para todos los que han participado de una manera u otra. La vigésima edición de Frank Rock&blues daba su pistoletazo de salida en el anfiteatro Frank Peláez, donde actuaron el Rey de Bastos y Eve B.

El segundo día del festival cambió de punto de encuentro. Esta vez, las “Torres Oscuras” se llenaron de guitarrazos y mucha alma, la que trajo el grupo Purple Cuervos. Una vez más, increíbles con un directo desgarrador, potente y que arrastró al público hacia la entrega de estos tres músicos locales, a los cuales, el rock les corre por las venas. David Gwinn & Saturn Alley fueron los siguientes. Derrocharon puro sentimiento, raíces entrelazadas entre el rock y el country y. Un “Hey Joe” de Hendrix se coronó como el tema de la noche. Esta exquisitez dio paso al cierre con The Empty Bottles, banda alicantina con exquisito gusto por el rock and roll más clásico, así como por el rock y música negra hibridándola con diversas variantes desde el rock duro, al rock del sur de los EE. UU. Eva Vázquez & The Wolves, provocaron el movimiento de todos los asistentes en una jornada de sábado muy especial. Tras estos artistas, vinieron unos de los más esperados, Savoy Brown. Tomaron el testigo los gallegos que integran The Soul Jacket, una de las bandas nacionales más “en forma” la auténtica música americana. Salvajes como ellos solos, tuvieron la oportunidad de romper más de una cadera. En definitiva, se trató de un auténtico affaire perfecto que aún sobrevuela las conciencias de los que estuvieron presentes.

Además del ambiente más “salvaje”, también hubo tiempo para vivir una experiencia mágica. Fue el espléndido concierto vermú de Rubén Moya & Friends.