Unas primas de la estrella de mar aprenden sin tener cerebro
Las ofiuras negras, que así se llaman, han sido entrenadas por científicos y protagonizan este esclarecedor experimento

Los animales sin cabeza, conocidos como ofiuras, no tienen ningún cerebro y aun así logran aprender a través de la experiencia, revela una nueva investigación. Parientes de las estrellas de mar, las ofiuras pasan la mayor parte del tiempo escondidas bajo rocas y grietas en el océano o excavando en la arena. Estas tímidas criaturas marinas no tienen cerebro, solo cordones nerviosos que recorren cada uno de sus cinco brazos ondulantes, que se unen para formar un anillo nervioso cerca de su boca. “No hay un centro de procesamiento”, dijo la autora principal Julia Notar, quien realizó la investigación como parte de su doctorado en biología en el laboratorio del profesor Sönke Johnsen en la Universidad de Duke. “Cada uno de los cordones nerviosos puede actuar de forma independiente”, explica Notar en un comunicado. “Es como si en lugar de un jefe hubiera un comité”. En el caso de las ofiuras, parece ser suficiente aprender por asociación, según el estudio publicado en la revista Behavioral Ecology and Sociobiology.
Para descubrir si las ofiuras son capaces de aprender, los investigadores colocaron 16 ofiuras negras (Ophiocoma echinata) en tanques de agua individuales y utilizaron una cámara de vídeo para registrar su comportamiento. La mitad fueron entrenadas atenuando las luces durante 30 minutos cada vez que alimentaban a los animales. Cada vez que se apagaban las luces, los investigadores colocaban un bocado de camarón, “que les encanta”, en los tanques, colocados fuera de su alcance. La otra mitad comió la misma cantidad de camarones y también experimentó un período de oscuridad de 30 minutos, pero nunca al mismo tiempo: los animales fueron alimentados en condiciones de iluminación. Ya fuera de luz u oscuridad, los animales pasaban la mayor parte del tiempo escondidos detrás de los filtros de sus tanques; Sólo sale a la hora de comer. Pero sólo las ofiuras entrenadas aprendieron a asociar la oscuridad con la comida. Vean el experimento en el vídeo.