La Soledad y la Piedad, dos devociones de antaño
Paseo por la historia jiennense de las representaciones de la Virgen


La devoción de la Soledad, hunde sus raíces en el año 1556, cuando, en el Monasterio de la Coronada de padres carmelitas calzados se funda una cofradía con el titulo de “ Transfixión y Soledad de la Madre de Dios”. Realizaba su procesión la tarde del Viernes Santo en pleno campo en las afueras de la ciudad, aproximadamente por donde hoy se encuentra el barrio de Santa Isabel. Por diferencias y disputas con los frailes, se traslada al convento de la Trinidad, por lo que tras larguísimos pleitos, la comunidad carmelita como represalia, decide fundar otra cofradía distinta con el nombre del Santo Sepulcro.
Entre 1581 y 1584 se traslada al convento de San Francisco — donde se ubica la Diputación Provincial— edificando una buena capilla, recibiendo mandas testamentarias, dotes y donaciones, viviendo épocas de esplendor.
En el siglo XVIII, queda unida a la Vera Cruz con denominación propia de la “Escuadra de la Soledad”. Con las Leyes Desamortizadoras de Mendizábal en 1936, sus imágenes quedaron repartidas entre la parroquia de San Ildefonso y la ermita de San Clemente, depositando la imagen del Santo Sepulcro en el oratorio de la esposa de Bernabé Soriano. Durante la Guerra Civil española, todas las imágenes de la Soledad, junto a las de la Vera Cruz, fueron quemadas en la Granja Agrícola. En 1940 se separa de la Vera Cruz como cofradía propia e independiente , edificando hermosa capilla en San Ildefonso en 1949. En el año 1946 se encarga una nueva imagen de Nuestra Señora de la Soledad al escultor Alfredo Muñoz Arcos. En 1959, se le sustituyen las manos por otras realizadas por Constantino Unguetti. El rostro de la Dolorosa se inspiró en el grupo de la Piedad que por entonces se encontraba en el Hospital de San Juan de Dios, resultando una Dolorosa ungida de sobriedad y elegancia.
Debido a un estudio realizado a la imagen para su restauración y al encontrar su material base en mal estado e inestabilidad, la cofradía decide, respetando el rostro y la expresión, realizar en el año 2000, una imagen en madera de pino, ejecutada por los escultores cordobeses Antonio Bernal y Francisco Romero que sin alterar la obra de Muñoz Arcos continuaron la configuración original con materiales más resistentes en el tiempo.
Nuestra Señora de la Piedad, tras el incendio de la Capilla del Hospital de San Juan de Dios de Jaén en 1916, se decide que las imágenes y retablos sean costeadas por donantes. En 1918 Manuel Villar y dña. Concepción de la Fuente, donan una imagen de la Piedad, de autor anónimo, atribuida por unos a la escuela valenciana y por otros a la granadina, que se sitúa en uno de los retablos laterales de dicha capilla reconstruida en 1919. Esta imagen procesionó con la Cofradía del Santo Sepulcro en el paso del Calvario entre los dos ladrones. También fue cedida para el primer desfile procesional de la Cofradía de la Clemencia. Así la Soledad solicitó esta imagen en las procesiones en 1945, 1951, 1956, 1969, 1971 y algunos años de la década de los 80 del pasado siglo. Una vez cerrado el Hospital, la intervención de Rafael Ortega Sagrista, hizo que fuera depositada en la Capilla de la Soledad. Por convenio de la Diputación Provincial y la cofradía, la imagen se encuentra cedida para su culto. El pasado año 2017 el grupo de la Piedad protagonizó el Viacrucis de la Agrupación de Cofradías, siendo la única Dolorosa que hasta ahora ha protagonizado este acto. El grupo fue magistralmente restaurado por el imaginero de Torredelcampo, Antonio Parras, que ocupa en la actualidad el oficio de vestidor de Nuestra Señora de la Soledad.
Como recuerdo de estéticas pasadas recordar aquellos enormes y pesados varales que en número de diez conformaban el palio de terciopelo negro liso que cubrían a la Virgen de la Soledad, con un diseño de tirabuzón que hacían de este conjunto algo original en la Semana Santa de Jaén. Los lisos terciopelos negros en palio, manto y faldones le daban un tono de austeridad y elegancia a esta Dolorosa que en los años impares salía de San Ildefonso con solo el paso de la Virgen en la noche del Sábado Santo, como procesión de la Soledad formando una procesión protagonizada solo con mujeres alumbrando con velas, ,mientras se apagaban las luces del recorrido a su paso. La imagen de la Piedad abría este cortejo de la procesión oficial del Santo Entierro en los años impares, recuperando una devoción de siglos a la Santa Cruz que ese día aparecía desnuda entre sudarios y escalas.