La Paridera

22 mar 2021 / 23:27 H.
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Todo lo que expongo a continuación bajo el título de la <<Paridera>>: Cubriciones, periodos de partos, lactancia, preñez, descansos, etc., en la vida de las ovejas son, por lo general, los que siguen los ganaderos trashumantes de Santiago–Pontones. Este ciclo de la vida se desarrolla a lo largo del año, en la invernada en la dehesa de Sierra Morena, y en el agostadero en los pastos altos de los Campos de Hernán Pelea en Santiago-Pontones.

La Paridera

El ciclo de vida que se detalla en la tabla y que se inicia en enero, corresponde a una parte de las madres reproductoras, la otra parte empezaría el ciclo del parto en marzo.

Si nos fijamos en un año concreto, las ovejas que han parido en enero vuelven a hacerlo en agosto, y el resto que paren en marzo lo vuelven hacer en enero del siguiente año, pues alternativamente se va dejando descansar una parte de las madres reproductoras del rebaño.

Un rebaño de ovino tiene en conjunto tres parideras al año: Una en enero, que corresponde a la mayor parte del rebaño, otra en marzo, y otra en agosto. En torno al 70% del rebaño tiene dos crías al año y el resto una o ninguna, por lo que la media es de tres crías cada dos años.

Los partos de enero y marzo se producen en la dehesa, y los de agosto en el Castillico. En el período que paren las ovejas en la dehesa, el trabajo es muy intenso, pues suelen nacer unos 900 corderos que hay que anotar en el libro genealógico, así como a la madre a la que corresponde, pues se da con frecuencia que al parir en la dehesa sin ayuda de nadie, cuando los descubre el pastor, están ya mezclados con diferentes madres, lo que hace harto difícil averiguarlo. Además hay que tener mucho cuidado para que por la noche los animales queden a resguardo en los corrales, pues sino, las zorras darían cuenta de ellos.

Volviendo a la tabla del <<ciclo de la vida>>, si comenzamos, por ejemplo, con una primera cubrición en marzo, teniendo en cuenta que el período de gestación de una oveja es de unos cinco meses, la paridera tendrá lugar en el mes de agosto. Pasados dos meses, que es el período de lactancia, aunque en Santiago–Pontones hay ganaderos que los destetan a los 45 días dándoles ya pienso, esta misma oveja después de un descanso de tres meses, vuelve a cubrirse en agosto, y tendrá las crías en enero del siguiente año. La siguiente cubrición será en marzo y la paridera ocurrirá en agosto, se cubrirá de nuevo en octubre y así comienza otra vez el mismo ciclo.

El porcentaje de cabezas que queda para reposición suele ser un 25% del rebaño, teniendo en cuenta que cada oveja es rentable durante un período de unos ocho años.

<i>Mientras la madre limpia al segundo, el otro está ya buscado las ubres para mamar.</i>
Mientras la madre limpia al segundo, el otro está ya buscado las ubres para mamar.

-“Esponja” ú “Hormona”-

Al contemplar un neófito la tabla del ciclo de la vida, podrá decir que eso está muy bien, siempre y cuando las ovejas se cubran, paran, y descansen en las mismas fechas que se indican, pero al ser animales ¿cómo se puede garantizar que se cumplan los períodos indicados?

Antiguamente los pastores sabían que cuando más fácilmente le sale el celo a las ovejas es en el período de junio a enero; esos son los meses más efectivos, de tal manera que los carneros iban cubriendo las ovejas a lo largo de esos meses y durante cualquier mes del año se sucedían los partos, la lactancia, etcétera.

Es de suponer que alguien, en un momento dado, pensó y estudió la manera en que las ovejas tuvieran el celo al mismo tiempo, echarles a continuación los carneros y así se quedarían preñadas a la misma vez, controlando el tiempo de la paridera. Esto dio como resultado un sistema denominado “esponja” ú “hormona” que consistía en una esponjita de dos o tres centímetros que llevaba una mezcla de orina de caballo, que se le introducía con un tubo por la vagina de la oveja hasta unos quince centímetros, quedando una cuerda asomando. Esa hormona o esponja estaba doce días puesta y luego se la quitaban. Al mismo tiempo que se sacaba la esponja, se le ponía una inyección, y el pinchazo estimulaba los ovarios y a los dos días, a esa oveja se la cubría con el semental, favoreciendo el que la oveja se quedara preñada.

<i>Bolsa de esponjas impregnadas con análogos sintéticos de progesterona.</i>
Bolsa de esponjas impregnadas con análogos sintéticos de progesterona.

En la actualidad se ha seguido con el mismo método, pero adaptado a los tiempos. La esponjita con la orina de caballo, se ha sustituido por elementos artificiales, entre los más empleados son: la utilización de progestágenos mediante esponjas impregnadas con análogos sintéticos de progesterona. El fundamento de este método es producir en los animales un efecto similar al producido naturalmente por la progesterona, esto es, una prolongación de la fase lúteal (tercera fase del ciclo menstrual) y una inhibición de la acción de las gonadotropinas y por lo tanto de las etapas finales de maduración de los folículos. Al retirarse las esponjas se anula la administración del progestágeno y con ello la inhibición de las gonadotrofinas, debido a esto, las ovejas se sincronizan en un estado similar de su ciclo reproductivo, entrando la mayoría de ellas en celo, en un periodo corto de tiempo. El resto del proceso es análogo al que se venía haciendo.

- El padre de la cordera –

Hasta ahora hemos hablado de las madres reproductivas, de los corderos, del ciclo de la vida de una oveja, pero falta una pieza fundamental, y nunca mejor dicho ¡el padre de la cordera! A los borregos machos que dejan como reproductores, los pastores se refieren a ellos como los <<carneros>>. En la verea no nos acompañaban, permaneciendo en un corral aparte en el Castillico, de tal manera que hasta que no están todas las ovejas distribuidas en hatos más pequeños en la dehesa, no los desplazan allí, permaneciendo también aquí en un corral aparte.

En el Castillico, los carneros se encontraban en un cobertizo separados del resto de los animales por razones obvias. Estos ejemplares están seleccionados por su morfología y su pureza de raza entre los corderos que habían nacido dos meses antes. Los Carlillos suelen “a priori” seleccionar un grupo de unos 20 ó 30 corderos machos de unos dos meses, para posteriormente, de ese lote, seleccionar al grupo que dedicarán a cubrir a las ovejas. Un cordero nacido en enero, puede ya en octubre empezar con la cubrición.

Contemplar el cobertizo puede extrañar a un neófito, como el que suscribe, pues no entendía que habiendo zonas menos pendientes en el recinto del Castillico lo hubieran hecho en ese lugar con unas riscas importantes. La razón es bien fácil, según me comentaba Domingo, pues el estar pisando continuamente las riscas, a los carneros les favorece el endurecimiento de las pezuñas, de tal manera, que cuando luego anda por la dehesa detrás de las ovejas, no se le dañan las patas, pues ya vienen con ellas endurecidas.

CRÓNICA DE UN DÍA EN <<LA PARIDERA EN LA DEHESA>>

En el ciclo de la vida de una oveja Segureña, en los meses de enero y marzo, las ovejas paren en la dehesa. En este apartado quiero explicar lo mejor que pueda, el trabajo de un día cualquiera en la paridera.

Como ya he comentado, el grupo de ovejas que venían preñadas de los Campos las separaron en un hato que dejaban cerca del cortijo y de la tiná del apartado, con el fin de estar lo más cerca de ellas, llegado el tiempo de parir.

Mi visita a la dehesa fue a mediados de enero. Me presenté a primera hora de la mañana para comenzar el día de trabajo acompañando a mis jefes. Primero nos acercamos a un cercado donde se encontraban las ovejas que aún no habían parido. Nos recibieron los mastines dándonos el parte de la noche: ¡Sin novedad!

En un recuento rápido, comprobamos que habían nacido 16 corderos esa noche, y que algunas ovejas estaban a punto de parir, como así fue.

Os dejo dos vídeos del parto de dos ovejas (una de pie y otra acostada). Ya os lo dije, las ovejas segureñas son pequeñas, pero duras de cojo..., y demás no se cansan.

Os dejo dos vídeos del parto de dos ovejas (una de pie y otra acostada). Ya os lo dije, las ovejas segureñas son pequeñas, pero duras de cojo..., y demás no se cansan.

En el corral nos encontramos ovejas que habían parido dos corderillos y otras solamente uno, y que la mayoría de ellas ya estaban amamantando a su recién nacido, pero que había otras, que por ser primerizas no sabían qué tenían que hacer (la fecha de nacimiento la averigüé fijándome en el collar de identificación, algo había aprendido). Daniel, con mucha paciencia, cogió al cordero, lo acercó a la ubre de la madre y consiguió que empezara a mamar.

Había otros dos corderillos, que al nacer, el cuello se le había “torcido”, de tal manera que no podían acercarse a las ubres de la madre. A estos corderillos los atendieron más tarde ya que tenían que darles un biberón en la nave del apartado. La leche necesaria del biberón la obtenían ordeñando una cabra que tenían para estos menesteres, que a su vez estaba criando una chota negrilla que pululaba entre los corderillos. Esto me recordaba una sala de lactancia materna que diseñé y construí en el mercado de abastos de San Francisco en Jaén, eso sí, faltaban: los sillones, el AACC, etc. etc., pero que el fin era el mismo.

<i>Madre de leche.</i>
Madre de leche.

Después de una hora en el cercado, se apartaron las ovejas que aún no habían parido de las que lo habían hecho esa noche, y éstas, junto a sus corderillos, se llevaron a otro corral próximo para que estuvieran allí todo el día.

<i>José Carlos y Daniel con el hato de las madres con sus crías.</i>
José Carlos y Daniel con el hato de las madres con sus crías.

En el traslado los perros careas, Moro y Lince, estaban atentos al pequeño hato de las madres con sus corderillos, pues esa era su misión, pero no se acercaban al grupo ¡ni por asomo! Las ovejas madres, los miraban y pensando que les querían hacer daño a sus recién nacidos, se iban hacia ellos plantándoles cara. Los careas, que sabían lo que se le vendría encima si les hacían lo más mínimo a las corderos, se iban con el rabo entre las patas ¡tal como lo cuento!, debajo de la pi-cap de Domingo por la cuenta que les traían. ¡Qué perros más listos! Ya lo he comentado desde que los vi por primera vez en el Castillico.

De este segundo corral, sacamos otro hato formado por las madres con sus corderos que habían nacido el día anterior y las llevamos a la dehesa para que también estuvieran todo el día pastando y amamantando a sus crías.

Como ya he dicho, había ovejas que habían parido dos corderos. A estas ovejas se les da una sobrealimentación a base de grano y alfalfa deshidratada. Las tenían apartadas en otro lugar para que pudieran amamantar a sus dos crías con facilidad. Me sorprendió un sistema muy ingenioso que habían inventado los hermanos para que mamasen las dos criaturas a la vez, y no solo una, pues se daba el caso con cierta frecuencia, que la madre criaba a una y la otra se quedaba a la <<luna de Valencia>>.

<i>Grupo de madres con dos corderos amamantándolos.</i>
Grupo de madres con dos corderos amamantándolos.

Llegando ya el mediodía y después de un trajín, de aquí para allá, con las ovejas madres y sus crías, tocó ir a la tiná para ver a varias ovejas que estaban enfermas, pero tenían a sus corderillos amamantándolos.

<i>Hospital de día. Aun estando enfermas alimentan a sus crías.</i>
Hospital de día. Aun estando enfermas alimentan a sus crías.

Allí vi un caso que me impactó. Había un cordero que tendría un par de días, con una piel de otro puesta encima de la suya, vamos, como si de un abrigo se tratara. Le pregunté a Daniel por lo que estaba viendo, y me comentó, que a la oveja que le estaba dando de mamar, se le había muerto su cría el día anterior, y que su vez, al corderillo lo había abandonado su madre; solución: le quitaron la piel al animalillo muerto, se la pusieron al abandonado como si fuera un abrigo, la madre lo huele, se cree que es su cría, y lo amamanta. Así al menos tres o cuatro días, hasta que se la quitan y ya tiene la madre adoptada a la cría. ¡De nota!

Entre hueco y hueco, los tres hermanos se repartían la labor de ir poniéndole a los corderillos los crotales en la oreja derecha, que identificaban a su madre y a la explotación ganadera a la que pertenecían.

Domingo apuntaba en su libretilla los datos necesarios de los nacimientos de ese día, para luego por la noche, ya tranquilo al calor de la lumbre, anotarlos en un programa informático que corresponde al libro genealógico de la explotación.

<i>La libretilla.</i>
La libretilla.

En la hoja figura: el anagrama del ganadero (DT = Daniel; DR= Domingo, DC= José Carlos), el nº de la madre que tiene en su collar, además de estar tatuado en el interior de la oreja izquierda, la fecha de nacimiento; si ha sido un parto simple (S) o doble (D); el sexo (M o H), y el número del crotal que le han colocado nada más nacer al cordero. Así queda cada nacimiento asignado a su madre y registrado en el libro genealógico a lo largo de su ciclo de vida.

Por fin el mediodía, hora de comer. En el cortijo nos esperaban, además de unos fiambres de la Matea, que os podéis figurar los que eran (yo iba preparado con mi navajilla), un <<cocido típico>> de la mujer de Daniel, Marisol, que les había dejado hecho dos días antes. No quiero ni describirlo, ya lo había probado cuando estuve en su casa de la Matea de okupa, al inicio de la verea. Esta vez me supo todavía más a gloria, ¡ah!, después un café de pucherete y unos dulces de nada, también, como no podía ser de otra manera, los había elaborado Marisol.

Todo transcurrió en una hora y de nuevo a las ovejas, que nos estaban esperando. Hubo que recogerlas de los diferentes corrales en la dehesa, algunas estaban por lo menos a 2 km del cortijo; encerrarlas en la tiná, y a las que estaban para parir esa noche, darles de nuevo un ojeo para que todo estuviera en orden y no hubiera ningún sobresalto con las zorras. Bueno, de eso se encargaban los mastines.

Terminamos casi de noche. Ya le quedada a Domingo la parte administrativa, ver un rato la tele, enviar WhatsApp a la familia comentándole el estorbo que había sido yo durante todo el día, y que gracias a Dios ya me iba a ir; preparar la cena y decir lo de: << con este bizcocho, hasta mañana a las ocho>>, y vuelta a empezar.

Con razón me decían mis jefes: <<en la paridera no tenemos tiempo ni para mear>>, bueno ellos pronuncian ¡mial!, según el vocabulario de la Sierra de Segura.

Gracias por el día: completico, instructivo y fenomenal. Pero ya se sabe “sarna con gusto no pica”.

Miguel Mesa Molinos. Aprendiz de pastor.

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